Entonces llegó el bendito viernes. Este día que, aun siendo uno más de la semana, simboliza el acabarla. Habiendo llegado hechos unos despojos después de la masacre semanal, o todavía inmersos en ella, nos permitimos una licencia para ser nosotrxs mismos cuando nos toca librar de los trabajos y obligaciones. Porque es viernes noche, aunque al otro día toque dar el callo, y se sale, sea como sea, a vivir la aventura de la libertad efímera. En lo particular, estuve con altos y bajos emocionales por distintas causas y la invitación directa que recibí para cubrir el bolo de los CATATUMBO con TOXIFUZZ me vino como agua de mayo, ya que hacía unos cuantos (demasiados) días que no lo hacía y me era necesario despejar la cabeza y apaciguar el cold turkey rampante que tenía de mambo.
Sobre las bandas que me tocaba cubrir, debo admitir que no sabía nada ni me puse al tanto sobre ellas, escuchándoles o investigando para redactar la crónica con algún criterio previo. La única referencia que tenía era del tío Román, jefe de DarkEargasm y guitarra de MATOTE, más en concreto de los CATATUMBO, con quienes compartió cartel en noviembre pasado y no pude asistir.
-Nen, la banda es potente. Y el cantante es para flipar. Un ropero de dos metros que no paró de cagarse en todo Kristo… – me dijo entusiasmado después de aquel bolo, lo que despertó mi curiosidad entonces e intriga sobre qué me encontraría.
Pues con solo ese dato me acerqué al FREEDONIA, un local que últimamente está muy de boca en boca reconociéndose como una de las postas imprescindibles en el circuito under de Barcelona. Ingresé justo de tiempo y desorientado: un meeting de electrónica estaba ocurriendo en el primer ambiente y tardé unos minutos en darme cuenta (después de preguntarle al barman) que detrás del DJ que pinchaba estaba la sala reservada para la música en directo, me metí y el panorama era completamente distinto.
Los TOXIFUZZ son un trío de Barcelona (bajo, batería y sintetizadores) que desde el primer tema que tocaron me metieron en una cápsula para ir de viaje galáctico con sus proyecciones en pantalla y música. Mezclan rock psicodélico cósmico (o space rock) con pasajes de stoner gordo, lo que les acerca mucho a lo que ahora se denomina Post Rock. Las canciones se fueron sucediendo y el respetable se aparecíó en un cuentagotas incesante. Como anécdota queda la magnífica versión de “Toxic” de Britney Spears, que nos sacó una sonrisa a más de uno por la originalidad y bizarrez. Invito fervientemente a revisar el bandcamp de esta banda, con producciones desde 2019 bajo el brazo, y a verles en directo: potentes, precisos y muy visuales. Son toda una experiencia que me hubiese gustado disfrutar algunos temas más. No faltará ocasión.
Recordaba que el tío Román me había comentado que el cantante de CATATUMBO era un tipo imponente de físico y cuando vi armar el set a la banda ninguno me pareció gran cosa. Pensé que tal vez se deshicieron de él y cantaría cualquier otro. La pequeña sala de conciertos de FREEDONIA ya estaba a reventar de un público mixto, se notaba que algunxs de la sala techno se colaron para ver qué pasaba con tantos peludxs y skaters entrando y saliendo. La banda comenzó a tocar por unos minutos hasta que de entre medio del público una bestia parda sin camiseta se abrió paso para coger el micro y doblar su cuerpo martillando violentamente con la cabeza el ritmo poderoso que escupía el PA. Abrió la boca para cantar y todo cobró sentido, estaba ante un auténtico front man de heavy metal, como se los puede idealizar: Inmenso, carismático, impredecible, amenazante, catártico, completamente chiflado. La banda sonó poderosísima tocando un stoner muy bestia cercano al de KYUSS o ORANGE GOBLIN, musicalizando a la perfección la violencia escénica de este híbrido entre Derrick Green y el Lou Ferrigno del Hulk de mi infancia en los 80´s, con acento caribeño al dirigirse al público entre tema y tema. René hizo lo que quiso con el público: desde salpicarles y escupirles agua y sangre falsa, arengar a circle pits, proponer desgarrar esfínteres (o hacer otros agujeros con ese fin), exorcizar los putos demonios de la semana a grito pelado con él, cubierto todo su cuerpo de chorrotones de sangre como en una aparición pesadillesca. De verdad, no sé cómo describir más la barbaridad de bolo que se mandaron los CATATUMBO. Hay que vivirlo.