El concierto de Confeti de Odio tuvo lugar el pasado 25 de Mayo en la mítica Sala Sidecar. El que fue precursor de la escena Bedroom Pop Nacional regresó a la ciudad de Barcelona para presentar su polifacético último trabajo, ‘Hijos del divorcio’. A través del formato power trío, el artista logró dosificar hábilmente energía y sensibilidad ante la mirada de un variopinto público que respondía a todo tipo de edades.
“¿Qué tal? ¿Contentos? Pues que suerte tenéis” Proclama el joven, una vez finalizada la intro – una versión cañera de ‘El Coro de Los Hijos del Divorcio’ – mientras el público aplaude cariñosamente el inicio del concierto de Confeti de Odio. «Que suerte tenéis». Es esa frase, recitada con el mismo toque de entusiasmo que de auto compasión, la que revela en Lucas Vidaur una actitud generacional. Derrotista, pero no por ello abatida. Como si la mera supervivencia le hubiese llevado a ese punto.
El concierto continúa con ‘Ansiedad (has vuelto a mí)’, pero adaptada a la energía que requiere el inicio de un concierto; tempo acelerado y una feroz distorsión en guitarra y bajo. “Busco soluciones, cero terapeutas. Sé que me hacen falta pero qué pereza”. La función lleva apenas un par de canciones y a uno le viene a la mente Annik Honnoré y aquella frase que – refiriéndose a las letras de Ian Curtis en ‘Closer’ – le dijo a Tony Wilson en un tren hacia Londres: «He really means it». Escuchando el trabajo de Confeti de Odio, su mensaje puede llegar a percibirse dramatizado y excesivamente intenso. Pero es en la abrumadora sinceridad de su directo, que uno se abstiene de toda duda, «He really means it».
La actuación sigue con ‘Viernes siento amor’, una versión del ‘Friday I’m in love’ de The Cure. Acto seguido, a modo de contrapunto, el que para Confeti de Odio es su «tema más alegre»: ‘Dale una oportunidad al amor’. Un hit al estilo rock clásico que respira un inusual optimismo con respecto al resto de su trabajo. «El amor se queda y tú te irás» es la frase repetida en el crescendo final de la canción y pide ser gritada a todo pulmón. Llega otra versión. Esta vez de Eduardo Benavente. O mejor dicho, una versión de una versión. El ex líder de Parálisis Permanente versionando ‘Héroes’, de David Bowie. El cantante aprovecha la ocasión para rememorar al que fue emblema de la música oscura Española y de cuyo fallecimiento se cumplen 40 años este 2023.
Los músicos bajan del escenario. Confeti de Odio descuelga su guitarra. Se acerca al micro y mientras la gente calla, comienza a sonar el íntimo piano del inicio de ’80s y Ojeras’. El artista comienza a cantar. Una inesperada intimidad inunda el ambiente. No cabe duda de que el artista sabe exprimir al máximo el directo de sus canciones. Sin quedarse a medias tintas, Lucas se apoya en una banda para reforzar sus temas más enérgicos y para los más emocionales, opta por un planteamiento íntimo y minimalista. El artista continúa con ‘Angel triste’, una baldada dirigida por poco más que una melancólica rueda de acordes y sigue con ‘Si me quiero’, uno de sus primeros trabajos.
Comienza ‘El cielo son los otros’ y el inicio es desalentador. Se escucha, «Mi yo de pequeño lloraría al verme hoy» mientras de fondo, el envolvente arpegio de guitarra invoca a la introspección. La letra es toda una oda a la amistad. Mientras la canción avanza, la voz comienza a adquirir fuerza. Lo mismo ocurre con la guitarra, que de forma gradual se llena de actitud. Se va acercando el final y es entonces cuando ocurre. Los músicos se apresuran de vuelta al escenario, enfundan rápidamente sus instrumentos y llenan de energía el estribillo final. «¡El cielo son los otros!», es inevitable no corearlo.
Confeti continúa con ‘Estrella’, uno de los singles de ‘Hijos del divorcio’. Con tal de no perder el efecto de la original, el artista lanza por línea el característico teclado del estribillo. Llega ‘Sálvese quien quiera’, un cínico retrato de la sociedad actual a forma de sátira, «La exhumación de Franco comentada por Ibai», se oye en un momento dado. El artista avisa de que llega la última canción. ‘Hoy será un día horrible’. No podía ser otra. Escuchando el que fue su primer lanzamiento, uno percibe que ha habido una notable evolución en su música pero, ¿Se puede decir lo mismo de su mensaje?, «Creo que voy a dormirme, hoy será un día horrible», «…Sonreír me cuesta y hablar no me interesa». Han pasado 5 años desde esa canción y la letra es tan desesperanzadora como las de su último trabajo. El público aplaude. Quizá el paso del tiempo no hace que las cosas mejoren por sí solas. Confeti y su banda se despiden. Ha quedado una eufórica sensación. La gente comienza a salir de la sala. Una eufórica sensación de pesimismo.