La de Alexandra Savior es una historia de las que deben ser contadas antes de escuchar sus discos. Antes de cumplir sus 22 años la americana ya había colaborado con Alex Turner, aparecía como coautora del tema más reproducido en Spotify de The Last Shadow Puppets y tenía un contrato con Columbia Records. Sin embargo, lo que puede parecer la antesala al estrellato, fue duramente criticado en las reseñas de su debut. Eso dolió: su mánager dimitió y su discográfica dejó de contar con ella. Llegados a este punto, la oregonesa compone “The Archer”.
Una vez nos ponemos los auriculares encontramos una artista mucho más madura que años atrás: sus letras son mucho más directas, y lucen más que nunca en melodías sosegadas y vaporosas. Empieza con una balada a voz y piano como “Soft Currents” en la que Savior parece que nos transmite que ha tocado fondo emocionalmente, pero rápidamente saca las guitarras para mostrar los verdaderos pilares de su segundo álbum: el pop con toques psicodélicos, aires incluso góticos y el sadcore siempre presente.
El talento de la americana junto a su meticulosidad han conseguido lograr un disco prácticamente sin fisuras, sacrificando duración a cambio de consistencia. El resultado: diez temas, treinta minutos e instant anthems como “Saving Grace” o “Crying All the Time”, a la par que tracks menos resultones que por mucho que los escuches no haces skip.
A veces más alegre, a veces más resentida, Alexandra Savior nos obsequia con uno de los discos tapados de lo que va de 2020.