¿Podría haber existido mejor forma de dar comienzo a esta edición del Guitar BCN que con un concierto de Xoel López? Sin duda habrá respuestas de todo tipo, pero este viernes el gallego dejó el listón muy pero que muy alto en el Palau de la Música Catalana. Más de media hora antes de que se abrieran las puertas la calle ya estaba abarrotada de gente. Los nervios se respiraban en el ambiente. Miradas impacientes a los relojes, cervezas de lata rápidas antes de entrar y debates sobre cuál es la mejor canción de Si mi rayo te alcanzara, el último trabajo del músico que por fin se iba a poder disfrutar en directo. Y es que Xoel López y su banda hacia un año justo que no pisaban Barcelona. Ahora, con un disco nuevo bajo el brazo y en plena pandemia, las expectativas eran altísimas.

El indie probablemente es el género musical que mejor define la línea habitual de Xoel López. O más bien lo era. Si mi rayo te alcanzara es una clara apuesta por algo nuevo, lo cual quedó muy claro cuando decidió empezar el concierto con El destello, un tema de sonido onírico, un himno a los comienzos, a dejar algo atrás y agarrarse con todas las fuerzas a lo nuevo. Se trata de una canción muy distinta a lo que estamos acostumbrados a oír cuando escuchamos Xoel López. Esta pieza nos introduce a todo lo que viene después. Nos pone en materia y a partir de este instante la mezcla de lo nuevo y lo viejo dan forma al concierto.
Siguió con Vampiro Blanco, una canción muy especial que choca y absorbe a partes iguales desde la primera nota. La sobreposición de voces, los instrumentos que parecían excitarse a medida que la pieza avanzaba. La más clara representación de la nueva etapa musical en la que se ha adentrado el artista. A continuación llegaba Si mi rayo te alcanzara, tema que da nombre al disco, seguido de Alma de oro, que cantó junto a Ede, una de las teclistas, con su voz fina y delicada perfectamente coordinada con la esencia de esta canción.

La banda recuperó entonces A serea e o mariñeiro, una de sus piezas más folklóricas que teletransportó al público a las playas gallegas y puso la piel de gallina a muchos. Después de este paréntesis volvían los ritmos nuevos del último disco con Pez globo, canción que el cantante confesó que era su favorita “aunque no lo sea para el resto de la humanidad”. A lo mejor tenía razón, pero fue una de las más aplaudidas de todo el concierto. Y a continuación otro paréntesis para Cometa, que Xoel López cedió a Alice Wonder, otra de las teclistas. “Me gusta más cuando la canta ella”, dijo el gallego. Y nadie se opuso porque su voz penetrante y más bien grave se apoderó de la letra profunda de este tema, y se lo hizo tan suyo que parecía directamente sacada de sus entrañas.

Una vez finalizada esta demostración de pura alma llegó Dancehall –de espíritu caribeño–, Joana –con la tristeza propia de una pieza compuesta en pleno confinamiento– y La espina de la flor en tu costado –famosa por ser cabecera del thriller de Netflix El desorden que dejas–. Distintos tonos, distintos estados de ánimo, un mismo calibre y directas al corazón de los espectadores.
Para dar un cambio de aires la banda siguió entonces con canciones de trabajos anteriores: Tierra, Balas, Ningún hombre ningún lugar y Lodo, tema que a estas alturas ya se ha convertido en un clásico. Se coló por el medio Catarata, la penúltima pieza que quedaba para completar el repertorio del último disco y que a pesar de ser posiblemente la que menos destaca no defraudó.

Y solo quedaba una. La que todo el mundo esperaba. La que más cuesta de clasificar en un género musical. La que una vez quieres escuchar atentamente y a la siguiente no puedes hacer otra cosa que bailar. Y eso fue exactamente lo que ocurrió cuando sonó la primera nota de Tigre de Bengala. El Palau de la Música entero se levantó. Manos arriba, caderas sueltas y el ritmo fluyendo por los cuerpos liberados que cantaban a pulmón a pesar de las mascarillas. Con destellos africanos y un toque de merengue Xoel López demostró una vez más que es capaz de presentar cualquier tipo de trabajo, por arriesgado que sea, sabiendo que va a triunfar.
