No vamos a decir que The Shrine y Satan’s Satyrs hicieron olvidar a los alemanes, teóricos cabezas de cartel de la velada del sábado 21, ya que la sensación que experimentamos cuando a primera hora de la tarde anunciaban la cancelación de su bolo, fue como si nos hubieran clavado un puñal en el corazón. El cantante Lupus Lindemann tenía problemas con su voz (afonía suponemos) y desde la organización del evento se comunicaba que la velada seguía adelante con The Shrine de cabezas de cartel, por el módico precio de 10 €.
Con cierta amargura nos dispusimos a encarar una tarde-noche que en un principio prometía épica: ver el Clásico acompañados de unas birras en un bar y posteriormente asistir a un concierto de Kadavar no es una situación que se te presenta todos los días. Dado que eso no llegó a suceder, solo nos quedaba no perder las ganas y presentarnos en la sala Razz 2 para ver a dos bandazas que acabarían montando una muy buena fiesta de rock ‘n’ roll.
Eran tres en realidad, pero de Horisont solo pudimos ver el último tema. Eran la tercera banda en importancia, pero con el cambio de horarios debido a la caída de Kadavar del cartel, el conjunto quedó relegado a tocar a las 19:40 h ante un escaso público. A los que sí vimos al completo fueron Satan’s Satyrs, sabiendo que con los antiguos horarios no los hubiéramos podido llegar a disfrutar. Grata sorpresa la que nos dió el trío de procedente de Virginia (EEUU). No sabíamos nada de ellos y nos encantó su directo, a base de un rock duro orientado hacia el lado más instrumental.
La voz era lo de menos, es más, en muchas ocasiones llegaba a sobrar. Era en los pasajes instrumentales cuando más enamoraba el grupo. Con los tres instrumentos bien definidos, combinaban melodía y ritmo ante un aforo que los seguía a base de incesantes cabeceos. A destacar quedó el batería: un monstruo a las baquetas.
Como última banda de la noche, The Shrine se subieron al escenario para seguir con la fiesta rockera que Satan’s Satyrs habían empezado. En aquellos momentos la sala estaba llena a la mitad; unas 300 personas reunidas para ver a los improvisados cabezas de cartel. Los californianos gustaron y mucho. Con un rock más rápido que sus predecesores, dándole una mayor importancia a la rasgada voz del vocalista, y una actitud muy punk, se hicieron con el apoyo de la sala en menos que canta un gallo.
Se adornaron con una estética algo influenciada por el estilo militar para presentar su nuevo disco Rare Breed, que entró sublime en directo. Temas como el corte homónimo y Coming Down Quick metieron de lleno al personal en el bolo. Nos atacaron también con canciones del resto de su discografía, destacando Destroyers, Worship y Nothing Forever. Completísimo concierto de The Shrine, que acabó con el frontman lanzándose encima de las primeras filas guitarra en mano.
Para finalizar la noche salieron componentes de las tres bandas a interpretar un tema conjunto. Elogiable la actitud que tuvieron todos, intentando hacer lo más ameno posible el jarrón de agua fría que nos había caído tras la cancelación de los protagonistas de la noche. Nos hicieron olvidar a Kadavar durante sus respectivos directos, aunque al acabar nos fuimos con la sensación de que faltaba la guinda del pastel. Aun así, confiamos en que los alemanes cumplan su palabra y vuelvan pronto.
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