El ansiado retorno de The Flaming Lips no lo era tanto. Y no porque no les echáramos de menos. Para nada. Sino porque sabemos que siempre vuelven. Y así lo han hecho durante sus dos décadas de carrera. Parones cortos; cortísimos y mucho material de por medio.
Una vuelta esperada, eso sí, que trae consigo un leve viraje del grupo liderado por Wayne Coyne, quien a sus 55 años ha comandado el decimocuarto disco de la banda natural de Oklahoma (USA).
Oczy Mlody, es la nueva criatura de los estadounidenses. Una obra que nace, crece y se abastece en una galaxia más bien lejana. En ella caben sonidos caleidoscópicos que nos transportan a una calma extraña. Un sosiego perturbado por los extraños sintetizadores con los que experimentan en un universo de magos y unicornios. Y no por ello es un álbum naïf. Más bien lo contrario. Aunque tampoco es oscuro en exceso.
Solemnidad bañada en ecos subterráneos. The Flaming Lips han cambiado. Y nos lo quieren demostrar con un disco con claras pretensiones futuristas. ¿O místicas? Y no por lo moderno de los sintes sino por la complejidad y profundidad compositiva.
Con Sunrise (Eyes of the Young) llega un atisbo de The Flaming Lips de toda la vida: Una formación capaz de sonar fresca y atemporal sin morir en el intento.
Y en esa vorágine interestelar hay un cometa que brilla más que cualquier otro. Se llama Nigdy Nie (Never No). Un tema instrumental que nos manda a los confines de la galaxia a la velocidad de la luz. Parece que le cogen el gustillo a la experimentación. Algo que no nos sorprende viniendo de quién viene.
Y la travesía sigue con tintes prehistóricos. Nos imaginamos cuevas, pasillos estrechos, rocas pintadas… Una idea de olla, vamos. Si este era su propósito, lo han conseguido con creces. Y la flipada – su flipada- va in crescendo a medida que llegamos al ecuador del disco. Allí el cerebro se autodestruye ante tal locura. A uno le entran ganas de pedirle al conductor que pare la nave y te deje bajar para tomar el aire y refrescar las ideas. El mareo es real. Y el experimento se les puede ir de las manos por momentos.
Listening To The Frogs With Demon Eyes (qué título más loco, ¿no?) nos da una tregua. Una calma aparente que hace replantearnos las cosas. Las piezas vuelven a su lugar por momentos. Y así es como en The Castle logramos conciliarnos definitivamente con el disco. Un tema flojeras (Almost Home (Blisko Domu) y un notable cierre con We Family (con Miley Cyrus), que dibuja lo que son The Flaming Lips a día de hoy. Una banda versátil, que pese a experimentos positivos -y otros tantos fallidos- siguen fieles a sus principios en un disco que quizá no pase a la historia pero que apetece ponerse para ir a dormir.
Mejores Temas: Nigdy Nie (Never No), The Castle, How