-¿Cómo se llama la banda?- Recién le había dicho a Marieta cómo se llama la banda que iba a cubrirle el bolo después de quedar con ella para una birra y unas tapitas en el centro. Preguntó para estar segura de que había oído bien o que yo lo había dicho bien.
–Falç de Metzinera– repetí, exagerando el acento catalán.
-Ah, Falç es una hoz… Metzinera no estoy segura… Tal vez es catalán antiguo ¿Tiene que ver con hechiceras?
-Algo de eso hay. Las estuve escuchando todo el día, vi algunos videos. Molan, pero es la primera vez que las veré en directo. No sé qué me encontraré.
Marieta es una mujer que ha vivido en la montaña muchos años, en comunidades y sitios alejados de la civilización. Eso le permitió adquirir valiosos conocimientos sobre autogestión y permacultura. Sabe (y no se le caen los anillos si hay que hacerlo) tanto sacrificar un pollo, desplumarlo y despiezarlo para dar de comer a varias personas como curar achaques y heridas con infusiones o ungüentos de hierbas y hongos que te encuentras en los bosques. Feminista, madre peliaguda y una amiga de hierro. Un ser espiritual maravilloso del que solo se puede agradecer al destino por habértelo puesto en tu camino.
Le mostré algunos videos, quedó intrigada con el concepto de la banda.
-Me encantan- dijo- Pero lo que recitan y cantan son como invocaciones y maleficios. Hay que tener cuidao con esas historias…
-Nena, tendría que estar poseído como la niña de El Exorcista a estas alturas con tanto metal extremo y letras sórdidas que escucho diariamente- dije entre risas, quitándole importancia.
Le apenó no poder ir conmigo al bolo. Había bajado a la ciudad para acompañar a su hija adolescente en el primer día de las rebajas después de reyes y de paso quedar conmigo. Como es costumbre nuestra, una charla derivó a otra y a otra y el tiempo se nos escurrió. Pagamos las consumiciones, salimos a la masacre que ocurría fuera: media ciudad había decidido salir de casa, ocupando masivamente las calles del centro y las tiendas para hurgar en las bateas de saldos y acabar de liquidar el reviente anual del consumismo de navidades. En la Rambla no se podía ni caminar. Asqueados, comenzamos a elucubrar acciones terroristas imaginarias: yo aseguré que concentrando toda mi energía, y solamente con un dedo, podría empujar a cualquiera que estuviera frente mío y ocasionar un efecto dominó masivo, lo que le confesé que estaría muy dispuesto a hacer si tuviera ese poder.
Al despedirnos me recomendó entre risas:
-Tú fíjate que no te pongan nada en la bebida, que a estas brujas las conozco bien de la montaña.
-No te preocupes, no beberé. Ya te dije que comencé el dry january… jajaja
Ya de camino a Plaza España pensé en lo necesario de un colapso ecológico, económico y social inminente para limpiar el asco de humanidad que hemos creado desde que caminamos erguidos en dos patas. Estaría aliviado de saber que personas como Marieta sobrevivirían fácilmente al cataclismo, ayudarían a restablecer la comunión perdida con Gaia y al renacer de una humanidad esencial, integradora, comunitaria y colaborativa.
Para cuando llegué al Poble Espanyol había una larga fila de personas esperando para entrar, respiré hondo y vi el cielo nocturno, despejadísimo y con la primera luna llena del año: “la del Lobo”, según Marieta. Tocó mi turno de acceder, me sellaron la muñeca y me dieron un trozo de papel rústico con la inscripción intrigante de la banda, a modo de invitación de entrada. Una vez en la sala me dirigí al puesto del merch, donde aparte de camisetas y copias en distintos formatos de las producciones de la banda, había frascos con hierbas para distintos usos esotéricos, minerales y abalorios. Por mi decisión de comenzar el año sin tomar alcohol le pasé de largo a la barra para ir directamente a una esquina oscura a setear la cámara. Estaba todo a punto sobre el escenario, y presentado cuidando hasta el último detalle con muy buen gusto: emulando una estancia ceremonial con arbustos y flores saliendo del set de batería, de pies de instrumentos y micrófonos; tambores, panderos, plumas y atrapasueños colgando, cuencos humeantes, dos banners con más inscripciones intrigantes con una silla en medio, en la que reposaba una zanfona esperando a que la utilizaran. De bambalinas salió un chico alto y con aspecto de doomhead que tomó encarecidamente su instrumento, se sentó y lo acomodó sobre su regazo para comenzar su concierto, en el que solo se escucharon piezas delicadas y muy bien ejecutadas de música medieval por algo más de media hora a modo de introducción para el concierto de FALÇ DE METZINERA, que no tardaron en aparecer.
FALÇ DE METZINERA son un trio de Barcelona, integrado por dos músicas y una bailarina que tienen editado un maravilloso disco donde mezclan Folk, Doom y recitado, inspiradas en historias de brujas y diablitos de la mitología catalana. Esa es la impresión superficial, pero asistir a un directo de ellas lleva a darse cuenta de que hay algo más profundo en el concepto de la banda. Las dos integrantes responsables de la música se aparecieron vestidas de mais umbanda; se posicionaron: una en la percusión y la otra al bajo, de repente tres bellísimas zíngaras salieron al escenario a formar una masa informe en el centro. Con los tres cuerpos enredados en el suelo, la baterista comenzó el concierto creando ambiente con un repicar de los platos, del bajo sonaron unas notas repetitivas, simples y profundas que fueron despertando y separando de a poco los cuerpos de las performers para introducir la primera canción, que fue in crescendo sutilmente hasta comenzar a cantar las primeras líneas de “Fongs i Herbes”. Los tres cuerpos se separaron e irguieron para seguir el mantra sonoro con movimientos sinuosos e hipnotizantes sincronizados. Creí estar en un sueño que podría inspirar una nueva edición de “Las Mil y Una Noches” en versión Doom/ Erótica. Y tal vez fue así, porque desde que la bajista pisó la distorsión y la batería golpeó más fuerte su instrumento para seguir el mantra caí en un trance hipnótico, un embrujo del que mi amiga Marieta me había advertido y yo quité importancia. No tomé droga, ni una gota de alcohol, y salvo la introducción y lo hipnotizante de los movimientos sensuales y belleza de las bailarinas no recuerdo nada más. Por suerte me quedaron las fotos que he tomado y las notas de voz en el móvil para recordar lo ocurrido y las sensaciones, que he transcrito para la redacción de esta crónica y dan una idea de lo que fue el concierto/ ceremonia/ aquelarre del pasado sábado en la UPLOAD:
(DOOOM. Doom patibulario. Tres bellas zíngaras tatuadas, sonrientes, sugerentes, intrigantes. ¿Qué me pasa? Danza del vientre. Danza de la loba a la luna llena. Rituales paganos, conjuros, épica medieval ¿Esto es heavy? Hoz de Hechicera. OM. Ommmmm. Folk. Músicas multi instrumentistas. Edad media en las montañas y valles catalanes. Flautas, panderos. Pactos con seres del inframundo. Abanicos de seda. Gallos negros, sapos y culebras. Almas en pena que reclaman sacrificios. Pentagramas dibujados con sal. Pájaros de la noche. Conjuros sexuales. Tormentas eléctricas, campanadas. Historias de la Inquisición. Cavernas iluminadas por un fuego azul con forma de mujer. Feminismo, sororidad, naturismo. FUEGOOO. ¿Estarán todxs igual que yo?)
Con el último clic que le dí a la cámara fue que desperté. El show había acabado, las cinco artistas saludaban al aforo completo de la sala, enfebrecido, rompiéndose en aplausos y gritos. Sin darme cuenta había tirado 350 fotos, lo que nunca en mi vida. Encendieron las luces e invitaron a todo el mundo a que desalojase porque había que dar paso a la fiesta que seguía en la sala esa noche, una de perreo combativo o cutrada parecida. Me tomó un momento espabilar. Cogí el móvil de la chaqueta y vi un texto de Marieta, ya había regresado a su casa y me preguntaba cómo me fue en el concierto.
-Bien. Creo. Desde el primer tema caí como en un trance hipnótico. Me acordé de ti, de lo que me advertiste. Muy raro, parecía como si estuviera de tripi y no tomé nada desde que bebí la doble cero contigo en el centro. Ni comí nada más aparte de las tapas del bar.
-Jejejeje- respondió. Seguido envió el emoji del diablito con cara de pícaro y un hongo.
-Serás cabronaaaaaaa….