Si hay alguien infalible a la hora de hacer pasar un buen rato al respetable ese ha sido y será siempre nuestro protagonista: Jairo Perera (nuestro Muchachito Bombo Infierno) que se presentó e hizo bailar hasta al taquillero el sábado 29 en la Razz, en el marco del Festival Mil-leni 2022. Con un rotundo Sold Out celebró el fin de gira, jugando de local, con un público entregado a cada canción desde que salió la banda al completo al escenario. Un escenario que en principio nos dejó un poco desconcertados a todos los tempraneros, ya que estaba completamente vacío, sin instrumentos a la vista (ni siquiera monitores) y que pronto nos daríamos cuenta del por qué.
Durante las más de dos horas que duró el concierto pudimos ver y disfrutar del despliegue de actuación de una auténtica marching band de ocho integrantes, la que acompañó a Jairo durante toda la gira, con tres percusionistas, sección de vientos, y contando con la presencia del “músico de los pinceles”, Santos de Veracruz, pintando un cuadro en directo. Ante tal cantidad de personal sobre el escenario comportándose como una auténtica banda de música estilo Nueva Orleans, con coreografías, bailes, piruetas, peleas, hasta un juego de picapared en directo, sumando la hiperactividad de Muchachito, ya podíamos comprender que cualquier obstáculo podría impedir la diversión venida desde el escenario a contagiar al público.
El show comenzó con la banda tocando al completo desde el backstage, y al llegar al escenario arremetiendo con “Azul”, que fue recibida por el aforo como la chispa que hizo estallar la auténtica fiesta en lo que se convirtió Razzmatazz la noche del último sábado. Algunos temas nuevos, como “El club del paro”, “Demasiada agua y no hay piscina” fueron parte de la primera mitad de la lista, mechados entre “Cara guapa”, “La mejor”, “Gitanitos y morenos” o “Luna”, que sonaron impecables. Justo después de su versión de “Tu vuo Fà L’Americano” hubo un primer amago de acabar el concierto ahí mismo, guiñando un ojo, parecía no estar lo suficientemente conforme con la respuesta del público y pidió que le trajeran “la furgoneta”, que no era otra cosa que su kit de bombo y charles, para quedarse el solo y dejar a la banda que descanse un rato para el apoteósico final.
En ese mini set en solitario pudimos comprobar el carisma natural del artista, que bien podría mantener un show de esa magnitud con su sola presencia y sus dotes comunicativas. Sonaron “Quitao”, “Te perdí”, “Gitana” y con “Sin vigilancia” la banda apareció de nuevo. Desde ese momento todo pareció ir a un ritmo trepidante, que controló con soltura y oficio el de Santa Coloma. “El Compadre”, Paquito Tarantino” y una versión del “Bailando” de Alaska echaron más gasolina al fuego que ocurría en la pista, a estas alturas completamente entregada al éxtasis.
Como punto final nos quedó la muy festiva “Carretera sideral”, que aún ya despedido Muchachito y su banda, siguió resonando en el aire, al igual que cualquiera de las canciones que se oyeron, cantaron y bailaron esa noche, que quisimos conservar un rato más en nuestros sentidos hasta que cayera la pregunta obligada, ya de camino a la salida, que nos conectaría una vez más a la realidad de un sábado por la noche: ¿Dónde seguimos la fiesta después de esto? El listón había quedado muy alto y daba la sensación de que la noche no pudo haber comenzado de mejor manera.