Jordi, un gran amigo y fotógrafo de la web es un melómano de los que da gusto encontrarte en la vida. La pasión con la que desprende cada halago y cada despilfarro en la tienda de vinilos me tiene atrapado. Atrapado él, atrapado yo y atrapado tú el día que caigas rendidx a su embrujo. Atrapado como tú y como él, probablemente, en sus rutinas de mil y una llamadas e hilos interminables de correos de los que uno ya nunca sabe cuando poner fin. Jordi hace algo que me gusta y me pone nervioso a partes iguales. «T’he comprat entrades per l’Impératrice». Y mi cabeza explota. Mi agenda revienta en mil y un pedazos y los nervios se apoderan de mí. Eso son segundos, porque ese gesto impulsivo es un cura sanita que necesitamos más a menudo.
Jordi hace tiempo que aparcó la cámara. Estaba algo cansado, exhausto y quiso dejar de lado la fotografía de conciertos una temporada. No quiso hacer fotos en toda la pandemia. Su hobby convertido en profesión paraba máquinas y bueno, digamos que le hemos echado de menos. Y respetado. Pero está de vuelta y con él, una energía arrolladora que con todo puede y a todos nos arrastra. Ariane, otra buena amiga, se dejó llevar por esa ola llamada ilusión y nos plantamos en Apolo movidos por ese sentimiento puro y visceral.
Fotos de Jordi A. Sintes

Ni la lluvia que caía a raudales ni los vestidos mojados nos desdibujaron una sonrisa que prometía grandes cosas. Sabíamos que esa noche ibamos a derramar sustancias acabadas en -ina y así fue. Abrumados estábamos por un directo potente y disruptivo de la mano de la artista sabadellense «Museless«, acompañada de dos bailarinas conceptuales que nos tuvieron presos durante la media hora que duró su bolo en el que electrónica experimental, vocales infinitos y bajos pesados se apoderaron de nosotros.
Y sin apenas respiro alguno, un latido generalizado paralizó un Apolo que bombeaba sangre al ritmo de unas palpitaciones que iban in crescendo. Seis luces incandescentes en forma de corazón y un presagio de que algo gordo se venía. Era su primer concierto en España y venían a gustarse. L’Impératrice llegaron y vencieron en el primer acorde y lo hicieron al son de un indie funk super bailable, super fresco, super limpio. Vestidos de rojo pasión, los 6 músicos parisinos capitaneados por la voz de Flore Benguigui (sumada al proyecto en 2015) conviertieron Apolo en un auténtico guateque en el que el baile imperaba y la fiesta crecía a cada tema.

Y en un chinpún bajábamos por Drassanes y llovía menos y el latido era otro y el peso de las cosas no se notaba. Una velada inolvidable que nos devolvió a la vida y nos hizo prolongar ese estado de ánimo entre la euforia, la paz y la felicidad que tanto extrañábamos.