Así comenzaba la nota de prensa que nos ha llegado a redacción y que descaradamente he robado para titular la crónica. Y no puedo estar más de acuerdo, porque el bueno de Jon lo ha demostrado una vez más con su nuevo proyecto junto a los Hitmakes. ¿Y cómo parar a este prolífico hacedor de hits hiperactivo? Desde tiempos inmemoriales que nos viene sorprendiendo con cada nuevo proyecto y mutación de su visión tan particular del rocanrol. Desde sus primeros experimentos con Pussy Galore, Boss Hog en los 80´ o con su proyecto hasta ahora más exitoso: The Jon Spencer Blues Explotion en los 90´, o con Heavy Trash en los 2000´, el grande de Jon nos ha puesto al día con lo que vendría más adelante en cuanto a los nuevos sonidos del Blues, Noise, Rockabilly, Power Pop y hasta el Punk mismo, algunas veces sin recibir el crédito merecido.
Pues vamos a situarnos: jueves por la noche, en el marco del Festival Mil-leni 2022, sala Bikini, una sala en la que pudo haberse presentado con los Blues Explotion anteriormente pero no se llegó a materializar por una indisposición de nuestro héroe, que tuvo que cancelar el bolo. La suma de haber presentado un nuevo proyecto con los Hitmakers, más la salida de un nuevo disco, más la deuda contraída por aquel bolo cancelado de 2015 con el público barcelonés, no hizo más que agrandar la expectativa y las ganas de verle en acción.
De buenas a primeras, al entrar a la sala podías ver que lo amplio del escenario estaba ocupado solo en el centro con los instrumentos tradicionales y a la izquierda se erguía un intrigante montaje con cubos de basura de metal, amortiguadores tipo muelle y más cacharros que a primera impresión daba a imaginar que sería parte de algún decorado, pero pronto sabríamos que utilidad le darían a aquel artefacto.
Pasadas las nueve salió la banda, arrancando con las notas electrizantes de “Get It Right Now” de su novedoso y lleno de hits último álbum “Gets It Lit” y ya nos dimos cuenta del porqué de aquel montaje de cacharros, y dada la historia sonora de Jon, no extrañó que recurriera a un percusionista que se dedicara a dar efectos metálicos en directo para acompañar a la batería, dándole un aire industrial al combo de sintetizador + guitarra que ya se hace patente en el disco y trasladan a los directos.
Hitazo tras hitazo se fueron sucediendo casi sin respiro. Jon saltaba, rasgaba, golpeaba la guitarra, sudaba a mares. El ritmo trepidante al que estaba yendo el show era respondido por el respetable a puro baile. Pero espera un momento, a este ritmo se acabaría el repertorio del disco que presentaban en menos de una hora, aun mechando algunos viejos trallazos de la JSBX para completar el set. No apresurarse, lo mejor estaba por llegar.
Y lo mejor, como siempre, se guarda para el final. Justo después de despedirse sorpresivamente, la banda volvió para regalarnos lo mejor del show por más de media hora, repasando canciones del rico repertorio de Jon: algunos hits más de los Blues Explotion, algunos de Pussy Galore, amagando con “Down On The Street” de los Stooges y animándose con una versión explosiva del clasicazo “Roadrunner” de los Modern Lovers. El tiempo, maldito tirano, se acabó a la hora y media de haber empezado y los de la sala se lo hicieron recordar, apagando las luces, dejando la bola discotequera dando vueltas un caleidoscopio de chispas luninosas que parecieron el mejor final para el concierto.
Espero que no pase tanto tiempo para volver a ver a este auténtico visionario de la música una vez más en estas tierras, sea en la mutación que sea, porque es garantía de pasar el mejor rato posible y olvidarnos aunque sea por un momento de nuestras obligaciones, como debe ser en un buen show de rocanrol.