Los reyes del hardcore metalizado están de vuelta este mes de mayo con The Concrete Confessional. Séptimo disco en su carrera y séptima vez que nos pasan por encima como si de un tren de mercancías se tratara. Sí, Hatebreed son unos maestros de la potencia, la agresividad y la auto-motivación y, aunque los americanos nos brindan otra ración de “más de lo mismo”, qué hay mejor que la adrenalínica sensación con la que se queda uno después de escuchar The Concrete Confessional, la misma que al bajarse de una montaña rusa como el Dragon Khan.
Pero diseccionando el resistente y compacto bloque de hormigón que es The Concrete Confessional, nos encontramos con varias joyas que espero escuchemos en directo dentro de poco. Comenzando por A.D., una de las más veloces y contundentes del disco, muy thrasher, a lo Slayer y con un cambio de ritmo en la parte final que dejará más que satisfechos a todos los hardcore dancers. Looking Down The Barrel Of Today es otra de las destacadas del álbum: no sleep, no rest, that’s what it takes to be the best es una de las muchas (típicas) frases que Jamey Jasta clama en este bombazo puramente hardcore.
Un poco más adelante nos encontramos con From Grace We’ve Fallen que vuelve a tirar de un riff muy metalero. Esta debe convertirse en una fija de sus directos, muy al estilo As Diehard As They Came (Supremacy – 2006). Something’s Off explota tras unos breves acordes de bajo; empezando como una canción cualquiera de hardcore, averiguamos más tarde que esconde un estribillo con… ¡MELODÍA! Hatebreed demuestran saber ponerle ese toque, y en este disco, en medio de la maraña de ruido y agresividad, va de perlas. De ahí al final, el álbum se hace algo repetitivo, en ello influye el hecho de que uno llega a las últimas canciones agotado de tanto machaque atronador. Aun así, Slaugthered In Their Dreams y Walking The Knive merecen ser escuchadas y Dissonance acaba por hacernos explotar los sesos de forma definitiva; estoy deseoso de ver cómo se comporta el pit ante una bestialidad de tales dimensiones.
En The Concrete Confessional no encontramos nada diferente a lo que Hatebreed llevan haciendo hace años. Estamos ante el típico caso en el que no hay ninguna evolución en el sonido, no obstante, es un álbum que todo fan disfrutará. Algo monótono cuando se cruza el ecuador, sí, pero se podrían contar con los dedos de una mano los discos de hardcore que consiguen esquivar dicho inconveniente. La compacidad, el no tener ningún altibajo y la seriedad son los factores que hacen de The Concrete Confessional una buena apuesta de la banda para 2016.