Fotos: Héctor Photography
Llenazo de bandera. La combinación era perfecta: Flux Pavilion + víspera de festivo. La mezcla era explosiva; atómica. La presencia de uno de los mejores productores de dubstep del planeta en Barcelona iba a reventar termómetros y bien pronto se colgó el cartel de Sold Out en la Calle Pamplona. La interminable cola para entrar era solo un anticipo de lo que deparaba la velada. Una mezcla de seres sedientos de fiesta y amantes de la electrónica de altos vuelos y contundentes caídas se agolparon a las puertas de lo que iba a convertirse en un viaje sin retorno. Razzmatazz 2 no daba más de sí. La sala se convirtió en una balsa de sudor y sonrisas.
Flux Pavilion volvía a la ciudad condal en un momento en el que demostró ser plenamente consciente del cambio de tuercas que necesitaba. Sus últimas apariciones dejaban mucho que desear. Grandes festivales y salas de renombre le siguen contratando, el tipo lo vale, pero en sus últimos sets había dado un giro que no agradó mucho a sus fans. El artista británico escucha a sus seguidores y la primera muestra de su back to the roots personal llegó con el anuncio de un nuevo disco en el que trabaja fervientemente. El primer bocado lo pudimos degustar en las paredes de The Bus Music Club. El tema de título International Anthem junto a Doctor y Mistajam , primer sorbo del nuevo álbum, enterró cualquier duda que planeara sobre el bueno de Flux. Dubstep de altos vuelos, voces encajadas con el timing preciso; cadencia y ritmo adecuados… El verdadero espíritu del jóven productor retomó un camino que parecía haber perdido por momentos.
I Can’t Stop, Blow The Roof y otras tantas joyas no dejaron de sonar en una sesión intensa y con la que el público quedó totalmente satisfecho por haber vivido el principio del resurgir de Flux Pavilion en sus propias carnes. El cierre de la noche fue a cargo de la residente Benvinda en uno de los mejores sets que se le recuerdan a la artista afincada en Barcelona.