Parc (Hidden Track Records, 2021) es el quinto álbum de Ferran Palau. Su disco más vacío, más brillante, más rápido –“He subido un poco el tempo”, dice– y con más referencias al amor. «Desconozco por qué existe», admite. Entre sus influencias, también hay un poco del cine slasher de los años 80. Ferran Palau (Collbató, 1983) tiene una dilatada trayectoria como músico. Se popularizó con el grupo Anímic y ahora es un artista «de consenso» en Catalunya. Gusta mucho.
Vayas donde vayas, es difícil encontrar a alguien que te haya escuchado y no le gustes.
Ahora ya empiezo a tener haters. La verdad es que, en realidad, esto está fuera de mi alcance. Valoro hacer una música bastante transversal y que le flipe a tantas personas.
A lo mejor el subidón es porque te has acercado a la música urbana.
Siempre he estado muy atento a todo lo que pasa en la música electrónica. Cuando empecé a escucharla, no sabía cómo llevarla a mi lenguaje. Ha sido un trabajo muy lento, de ir absorbiendo de manera natural todas esas influencias. Pero soy muy fan. Tengo la habitación llena de cuadros de Tyler, The Creator.
Me flipa que también te guste Julio Iglesias.
Una vez tuve la oportunidad de tocar en la zona de cócteles de un concierto suyo. Me gusta Julio Iglesias como artista, igual que Miguel Bosé. Son cantantes melódicos de canción romántica. Tienen música muy tranquila, vacía y utilizan teclados muy de los 80.
Estos vacíos y silencios que incluyes en Parc responden a un tópico. ¿Menos es más?
Soy muy esquemático y pragmático en la música y en mi vida. Intento que las cosas sean fáciles y sencillas. Todo el sonido del disco lo hemos perfilado con mi productor y primo, Jordi Matas. Nuestro truco cuando grabamos es empezar con las voces. La voz queda en medio y todas las demás cosas la rodean. Como no tengo una gran voz, necesita espacio. Si llenas la canción demasiado, la voz queda totalmente tapada.

Otro sello tuyo son las letras, que son muy simples y repetitivas.
Si puedo decir una cosa con menos palabras, lo prefiero. Una canción, para mí, tiene que ser un titular. Quiero que la gente escuche veinte segundos de la una canción mía y se le quede a dentro.
¿Cuando escribes las letras piensas qué quieres contar?
Me dejo llevar. Nunca tengo una temática sobre qué hablar ni nada concreto para transmitir. Para que una letra mía me satisfaga, tiene que ser igual de misteriosa para ti. Si hay alguna frase demasiado evidente, la borro.
¿Y el orden de las canciones del disco tiene algún sentido?
Me salió enseguida. Mi idea era hacer un disco circular. Que no tuviera un inicio y un final, que fuera un bucle. Por eso las canciones que en otro disco pondría al final, en Parc están en medio. Esta idea me vino porque leí a alguien que decía sobre un disco: “No puedo parar de ponérmelo en bucle”.
¿Por qué el álbum se llama Parc? ¿Hay algún significado escondido?
Cuando escojo los títulos, igual que las letras, no tengo ni idea por qué tienen un nombre u otro. Los pongo por estética. Si una palabra tiene una sonoridad que me gusta, me la quedo. En el disco anterior, Kevin, pasaba un poco lo mismo. No sabía qué quería decir y ahora se ha creado un concepto a su alrededor.
Estos días repites mucho que el disco está inspirado en el cine slasher de los 80. ¿Dónde está la influencia?
Hay muchos elementos de cine slasher en el disco, pero no son nada evidentes. Aunque es verdad que en Parc hay música con sintetizadores… Lo del cine es porque quería hacer un homenaje a mi infancia. He querido hacer cine toda mi vida. De pequeño quería dedicarme a hacer efectos especiales con látex y sangre falsa. Ahora que tengo la oportunidad de hacer mis propias películas, sentí que tenía algo pendiente con mi infancia. Por ejemplo, en el videoclip de «Parc» hay un mogollón de referencias directas a Pesadilla en Elm Street y Viernes 13. Y los globos son por It.

Dices que el amor es “un parc”, “un pàrquing”, “un bàsquet”, “un foc”, “un càstig”. ¿El amor está por todos lados?
El amor es un poco como Dios. Así como hay gente que cree en Dios, yo creo en el amor. Es el motivo principal de la vida, porque es lo que nos hace vivir. Las referencias de “un port” o “un barco” son casi sexuales. Pero el amor también es muy cabrón y misterioso. Tuve una etapa que escribía mucho sobre la muerte, por la fascinación de saber qué hay más allá. Siento que con el amor me pasa igual: desconozco por qué existe. Cuando menos sé de algo, más me gusta escribir. El desconocimiento me permite decir lo que quiera.
Otro concepto que me llama la atención: el easyloving.
Esta palabra la inventó mi mujer, Louise Sansom, cuando estábamos buscando una palabra que definiera el tipo de soul que me había influenciado en Kevin. Easyloving es el contrapunto del amor fucker de la música urbana. Nos encanta esta visión «suave» del amor.
¿Cómo pasaste la cuarentena? Siento que hay artistas a quienes les sentó bien y a otros que les costó encontrar la inspiración. ¿En cuál de los dos grupos estás?
Al principio, fue un impacto muy fuerte. Llegué un jueves a casa, después de rodar el videoclip de “Flora-Caic” y el viernes ya nos encerraron. Teníamos una gira espectacular por toda la Península y nos la cancelaron. Louise me dijo que esto lo arreglaríamos currando. Entonces salió el doble single Cel clar. Vi que durante la cuarentena la gente me escuchaba todavía más. Me animó bastante y me puse a hacer Parc. Cuando hago un resumen del 2020, siento que es el año que he hecho más cosas de mi vida.