Muchos de nosotros llevábamos esperando la fecha con ilusión- Entre el cambio de estación y el ya más que moribundo moreno de la piel, el Mira es algo más que un festival. Y es que si nos paramos a pensarlo, aporta mucho más de lo que puede hacerlo cualquier festival mediático de suculento cartel de la costa levantina. Si por un casual la actuación no te acaba de, tienes un background audiovisual capaz de hacer entrar en trance a un ciego y sino siempre puedes meterte en el Mira Dome y flipar un poco más. Y por no hablar de los escenarios donde transcurre. Otro rollo.
El caso es que el seis de noviembre muchos de nosotros nos levantamos de un humor poco usual, y es que un viernes de festival siempre es un buen motivo para estar contentos. La movida comenzaba a las seis, y nada más llegar a Fabra i Coats una especie de hologramas en 3D girando en bucle y con una envolvente música de fondo te daban la bienvenida a la quinta edición del ya prácticamente emblemático festival. La organización de espacios se repetía respecto a la del año pasado, a diferencia del segundo escenario ubicado en el patio, el Mira Dome; fue tal vez la «atracción» del festival y la estrella de esta edición.
La antigua fábrica no se llenó del todo hasta el show de Prefuse 73, uno de los fuertes del viernes, donde el americano residente en Barcelona captó por primera vez en toda la noche los cinco sentidos del público, a través de sus eclécticos y contrastados audiovisuales en sintonía con un flow instrumental impecable y su característico sampling. La cola de la cerveza los quince siguientes minutos se hizo eco de cada minuto de sesión, la misma que parecía olvidar que había visto nada hasta la actuación de Andy Scott. Ruido recurrente y aparentemente ordenado que junto a los audiovisuales de Joëlle nos llevó a las diez y media de la noche. Se encargó de cerrar Fabra i Coats ZERO, figura destacable del mundillo que estuvo a la altura con giros tanto visuales como musicales y que nos dejó con ganas de un sábado siete cargado de buenas propuestas.
El segundo día de conciertos del Mira 2015 comenzó con Lloret Salvatge y su propuesta algo difusa y exageradamente introspectiva recibiendo a los primeros allegados. Tal y como era de esperar, la gente llegó antes que el día anterior, tal vez con motivo de A Winged Victory for the Sullen, serenos y clásicos que con su calma revolucionaron al personal. Fue una de las propuestas más interesantes del festival, aunque menor que la de Robot Koch, la mejor sin dudarlo. Con su característica alegría y el recurrente y tan acertado humo, supo transmitir el buen rollo durante toda su sesión, siendo una de los más bailables y dejándonos definitivamente con las ganas de mucho más. Tras Dopplereffekt (la recurrencia estática de ella y el hiperactivismo de extremidades de él) y sus respectivas máscaras, le llegaba el turno a Ben Frost. El ánimo ya estaba por las nubes, pero el de Melbourne presentó A U R O R A con contundencia, dejándonos expectantes ante el otro plato fuerte del sábado: Nosaj Thing. Estuvo bien, sin más, se esperaba más fuerza para una de las sesiones más esperadas, pero tampoco defraudó al personal. Pasable.
Loppkio y Gnomalab fueron las únicas víctimas de una producción técnica impecable por parte del festival, teniendo algunos contratiempos en cuanto al sonido. Sin embargo, hasta cierto punto fue bueno; la expectación era hasta palpable y no pudimos irnos de allí con más energía.
La noche seguía en Razzmatazz, donde a diferencia de ediciones pasadas sólo hubo la noche del sábado. El ambiente era perfecto y los importantes de la noche hicieron su trabajo como es debido, tanto UNDO como Ghost Culture repartidos entre LoLiTa y The Loft respectivamente estuvieron bien; sin embargo nuevamente el apoyo audiovisual de Razzmatazz (sobre todo en LoLiTa) no estuvo del todo a la altura de las actuaciones.
En general, una quinta edición memorable, que plasma el trabajo de tanta gente y nos tendrá el corazón robado hasta nuevo aviso de la sexta edición.