Es inconfundible. Charlie Cunningham se abre paso entre los instrumentos que llenan el escenario con una cerveza en la mano y seguido de los músicos que le acompañan. Toma asiento en su banqueta de cuero negro y se coloca la guitarra sobre los muslos mientras mira al público y sonríe. Una sonrisa de aquellas que dicen “no os esperáis para nada lo que está a punto de ocurrir”. Y lo consigue.
El primer tema empieza y el público enmudece. La delicadeza instrumental es evidente desde la primera nota. Una voz absorbente aparece de repente. Es él, el artista británico que ha conseguido mezclar el folk inglés con el flamenco y que ha dejado a todo el mundo atónito desde el momento en que ha abierto la boca para empezar a cantar. A todo esto hay que añadirle que Cunningham tiene un indiscutible don: los sonidos que salen del corazón de esa guitarra que parece acariciar con los dedos crean una atmosfera íntima en perfecta sintonía con el teclado, la trompeta y la batería que le hacen los coros.

Y de repente todo cambia. Las luces se apagan y solo un foco vaporoso reposa sobre las espaldas del cantante. Pero ahora no canta. Con la mirada baja y recubriendo con todo su cuerpo la guitarra empieza un solo que eriza los pelos de la nuca al público entero. Cuando termina, levanta la cabeza de golpe y penetra la oscuridad en que se sumerge el público con los ojos. Pasan uno, dos, tres segundos y solo el silencio pervive. Y entonces sí. Una tormenta de aplausos y silbidos estalla y la sonrisa que Cunningham había mostrado al principio del concierto vuelve a dibujarse en su rostro como diciendo “a esto me refería”.
Charlie Cunningham ofreció en la sala Tradicionàrius de Barcelona una cata del trabajo musical que ha ido perfilando con los años. El cantante pasó unos años viviendo en Sevilla, donde aprendió a tocar al estilo flamenco casi de forma autodidacta a base de observar a los grandes maestros. El inglés es un auténtico mestizo y resulta casi imposible clasificarlo dentro de un solo estilo musical. El público que pudo presenciar el concierto del pasado domingo o bien ya conocía el artista o descubrió una de las joyas en bruto del folk más puro en acústico. ¿Mi recomendación? Vayan a un concierto de Charlie Cunningham y juzguen ustedes mismos.
De momento pueden acercarse un poco más a la historia del artista leyendo esta entrevista.