Hay un dicho que dice que todo vuelve. Lo que no cuenta es cómo. Igual lo intuíamos, pero en nuestros mejores cálculos no se encontraban estos resultados de un fin de semana de reencuentros y pasiones desatadas en el Parc del Fòrum. Reencuentro con muchas cosas. Primordialmente con un festival, el Primavera Sound, que siempre se entiende como un motor vital importante. Una marca en el calendario que, por muy lejos que esté, siempre ayuda a pegar un par de pedaladas más en nuestro día a día, sabiendo que la recompensa será grande. Un reencuentro con los amigos y amigas con el denominador común de la música en directo en el fondo de una estampa que ha vuelto a brillar con luz propia.
Hemos contenido tanto los sentimientos que lo malo, afecta menos. Ni las aglomeraciones, ni las colas, ni las distancias faraónicas entre escenarios han podido con la ilusión de un público que llevaba desde 2019 esperando este momento.
Más de 600 actuaciones en una semana plagada de ofertas atrevidas, seguras, emergentes y consolidadas y, sobre todo, eclécticas. El Primavera Sound se ha reencontrado consigo mismo y nosotros con nosotros mismos. Porque el vasto recinto de asfalto y piedra -y ahora césped artificial- ha vuelto a ser testimonio directo de grandes derroches de sentimientos que conjugan con la felicidad.
Textos por Pol Taltavull y Xavi Bruguera
Jueves
El primer día de festival arrancaba con muchas dudas por despejar y una certidumbre. Volvimos a pisar el Fòrum otra vez y lo hacíamos para celebrar -ahora sí- los 20 años de Primavera Sound. Quizá por eso nos costaba manejar las emociones. Unos sentimientos desbocados que iban a tener momentos de tambaleo y duda con algunos inconvenientes logísticos que todos sabemos y que no hace falta reseñar, más allá del hastío que a uno le generaba el hecho de no poder hidratarse en condiciones, o tomar un refrigerio en unas barras desbordadas. Por momentos, incluso la situación era capaz de cambiar tu estado de ánimo, que recordemos, venía por las nubes. Aunque la música todo lo puede y a medida que entró la noche, las aguas se calmaron y pudimos gozar de muy buenos conciertos.
El día empezó con propuestas locales como Carla y Rombo que tuvieron la oportunidad de estrenar los escenarios Binance y Plenitude. Por su parte, un enérgico Joey Bada$$ se encargó de descorchar el escenario Pull&Bear, que se llenó de seguidores que no quisieron perderse la primera actuación en España del rapero de Brooklyn. Manos en el aire por una de esas confirmaciones sonadas del Primavera Sound ya que, además, Bada$$ había realizado tan solo una docena de conciertos desde 2019.

Nos damos la vuelta, y en el escenario contiguo aparece un caso, aunque muy diferente, muy parecido: Kacey Musgraves llegaba por primera vez a España, con muy pocos conciertos recientes en la mochila. La tejana repasó lo mejor de su último álbum “Star-Crossed” (2021), intercalando temas de su laureadísimo “Golden Hour” (2018). La artista brilló con su voz dulce, con una banda de muchísimo nivel y un directo trabajado y muy vistoso. El Country, aunque esta vez viene de la mano del Pop, es un género poco frecuente en estos festivales, por lo que la actuación de Musgraves puede sentar un bonito precedente.

De Dinosaur Jr habíamos salido sin apenas ver un tema entero y fuimos a coger sitio para ver en condiciones el show de Charli XCX, en un manual de cómo fusionar pop y electrónica sin morir en el intento. Charli XCX no solo sentó cátedra en cómo maridar estilos, sinó que se merendó uno de los dos escenarios grandes del festival a golpe de hit. Porque ella es eso, una fábrica de hits que no reniegan del mainstream pero que están hechos de otra pasta. Su nuevo trabajo, Crash, es eso, y pese a verse algo opacado por el Motomami de Rosalía (se publicaron el mismo día) estamos delante de la confirmación de la artista inglesa como una de las reinas del pop contemporáneo.

Uno de los grupos que llevan el sello Primavera Sound son Tame Impala. Ya nos hemos descontado porque ya son años dejándose caer por el festival. En esta ocasión, pero, llegaban con un directo mayor a nivel de producción visual y con su último disco, The Slow Rush (2020) pendiente de degustar en directo. Pese a la grandeza del acontecimiento, el tumultuoso gentío que abarrotaba la zona nos hizo cambiar la hoja de ruta para disfrutar del show de Carolina Durante frente al mar. Su último disco, 4 chavales (2022, Sonido Muchacho), es el mejor aval de este joven grupo de Madrid que no hay bolo que no arrase. Liderados por un Diego Ibañez colosal, repasaron lo mejor de un disco que les ha colocado en la cresta de la ola de una movida madrileña renovada y repleta de propuestas sugerentes.

Mientras tanto, alienados de la psicodelia de Tame Impala y el desenfreno de Carolina Durante, el escenario Binance fue el espacio para bajar revoluciones. La melancolía de Cigarettes After Sex llenó un espacio perfecto para conciertos de ese tipo, en los que la audiencia se reparte entre los que eligen el arrope de estar cerca del escenario y el tumbarse en el césped y dejar que la música los acompañe. El grupo tejano repasó lo mejor de su discografía ante una audiencia conectadísima que cantó, sin estridencias, cada uno de los versos.

El itinerario más cañero tenía uno de los primeros solapes fuertes, en el que surgía el dilema de quedarse en Pavement o cruzar el Parc del Fòrum para ver a Black Lips al lado del puerto. Eligiendo la segunda opción, vimos como los de Atlanta no dieron tregua y exprimieron al máximo el tiempo que estuvieron en el escenario. Pasando por himnos como “Dirty Hand”, “Bad Kids” o “Family Tree”, el ritmo frenético y la performance presentada fue tan increíble que era frecuente ver a los técnicos de sonido correr arriba y abajo para que todo sonara como debía, a la vez que sacaban vídeos para inmortalizar, desde su perspectiva, uno de los conciertos más locos del primer fin de semana. Imposible dar más en cincuenta minutos.

Al terminar Black Lips, a unos pocos metros arrancaba Black Midi. La banda inglesa, formada en 2017 publicó su disco de debut a mediados de 2019 y le valió una nominación a los prestigiosos Mercury Prize, a la vez que las alabanzas de la crítica, que los posicionó como una de las bandas más a tener en cuenta del momento. Debido a la pandemia, solo pudieron recoger parte de los frutos que les esperaban (por ejemplo, figuraban en el cartel del Primavera Sound 2020), pero no perdieron el tiempo y publicaron un segundo álbum. Siendo una banda joven, formada por miembros que rozan la veintena y sin haber podido tener demasiado rodaje en grandes escenarios, se encontraron un escenario Plenitude lleno hasta los topes, deseoso de ver de lo que eran capaces. La banda dejó sin respiración a los presentes, que vieron como los londinenses ejecutaron de manera milimétrica su particular fusión de Math Rock con Noise, toques de Jazz y música de vanguardia, con un gusto excelente y un ritmo vertiginoso que rozaba lo imposible. Conciertos como este son los que dan valor a un festival grande como el Primavera Sound.

Los que seguimos el itinerario electrónico encontramos nuestro espacio en el escenario Cupra, donde se concentraron maestros y aprendices para desplegar su magia con lives de aúpa. Primero llegó el turno de Fred Again…, autor de dos de los mejores discos del año pasado (Actual Life & Actual Life 2), demostrando que es uno de los mejores productores de la escena underground británica. Otro que también juega con lo alternativo desde hace décadas es Dj Shadow, un auténtico referente de la electrónica más ecléctica que nos domó a golpe de dubstep y hip hop experimental.
Y bien entrada la madrugada llegó el momento de tomar decisiones. Irse a casa y descansar o seguir moviendo el esqueleto al ritmo de la electrónica. La situación era excepcional, porque teníamos la oportunidad de bailar al son de una de las últimas perlas de la escuela de Ed Banger Records. Myd cerraba el jueves de Primavera Sound a ritmo de electro, house y loops eternos con una escenografía hilarante, simulando un despacho de colegio y con unos looks la mar de originales. Liderados por Quentin Lepoitre (miembro de Club Cheval) y productor de Brodinski, pusimos el punto y final a una jornada atípica, accidentada y de la que el festival claramente ha aprendido.
Viernes:
La nueva normalidad ha traído consigo nuevos hábitos, tendencias y también nuevas bandas. Una de las que más ha sonado en TikTok y que, por lo tanto, arrastra más seguidores adolescentes es Beach Bunny, que ponen otra vez el Power Pop sobre la mesa y aportan una bocanada de aire fresco al Rock. Los de Chicago liderados por Lili Trifilio se encargaron de dar el pistoletazo de salida para muchos de los asistentes, que pudieron escuchar temas virales como “Cloud 9” o “Prom Queen” o “Painkiller”.
Justo al lado, en el escenario Binance, Weyes Blood salía a hacer sus pruebas de sonido. Llegar temprano para coger sitio tuvo premio, ya que la prueba fue generosa y se tocaron varias estrofas de canciones enteras, que ya fueron coreadas por los allí presentes. Ya en el concierto, Natalie Mering tocó de manera casi íntegra su aclamadísimo «Titanic Rising» (2019), ejecutando a la perfección cada uno de los temas, y siendo sorprendentemente divertida en los entretiempos. La norteamericana aprovechó la ocasión para anunciar que ya ha terminado su nuevo álbum y que pronto habrá noticias sobre su lanzamiento.

Simultáneamente, en la otra punta, aparecían Manel estrenando el escenario Pull&Bear. Manel es uno de los mejores grupos de la historia del pop catalán, sinó el mejor. Llegaban al Primavera Sound con una gira que empieza a estar muy trabajada y con un rodaje que se nota. Su nuevo directo es arrollador, moderno, eléctrico… Manel está sabiendo envejecer y está adaptando sus conciertos a los tiempos que corren, en el que el sinte y los efectos de voz están a la orden del día. El repaso a lo mejor de su discografía en 50 minutos fue minucioso, acurado pero también breve. Su concierto se nos escurrió de las manos mientras alzábamos las manos y brindábamos al son de sus himnos atemporales.

Elegir entre Weyes Blood o Manel era una arma de doble filo, ya que elegir un escenario u otro implicaba estar muy cerca o muy lejos de Fontaines DC o Wet Leg: dos bandas de poco recorrido y muchísimo talento. Al final, decisiones como estas es mejor tomarlas en caliente, decidiendo en el mismo momento lo que más apetezca.
Llegamos tarde para ver el inicio de Shellac, en su ya típico concierto en el Primavera Sound. O dicho de otro modo, llegamos pronto para Parquet Courts.
Lo de los neoyorkinos fue de otro mundo. Con un setlist cargado de hits, reventaron el escenario Plenitude con una garra que en sus discos no se muestra pero se intuye. Ellos pusieron la banda sonora y el público respondió con pogos, crowdsurfing, sudor y ese contacto que tantísimo hemos echado de menos. Fue un concierto atípico en cierto modo, ya que faltaron temas muy populares como «Tenderness» o «Total Football», aunque la interpretación de “Freebird II” seguida de «Walking at a Downtown Pace» puso a todos los asistentes en su bolsillo.

Siguiendo con esa tónica, a pocos metros empezaban a sonar las guitarras psicodélicas de King Gizzard and the Lizard Wizard. Los australianos tenían cuatro conciertos en Barcelona dentro del cartel del Primavera, y quedaba por ver cuál era la tónica para saber qué esperar en el resto de bolos. Empezaron con un par de temas de «Infest the Rats Nest» (2019), su álbum más agresivo hasta la fecha. El público no bajó el ritmo en ningún momento, cosa que forzó al equipo de seguridad a tener que improvisar un refuerzo extra para que las vallas de la primera fila no vencieran. En el escenario destacó muchísimo la batería, que tuvo varios momentos de solos para unir los temas y sobretodo Ambrose, que pasó de ser un miembro más bien tímido a ser el cantante principal en algunas canciones. Mención aparte la interpretación de «The Dripping Tap», un tema de casi 20 minutos que abre su nuevo álbum «Omnium Gatherum» (2022), que culminó un concierto perfecto.

A esas horas aparece la tentación de ir a dormir, pero bandas como Lightning Bolt hacen que te lo tengas que replantear. Para los que los descubrirán ahora, comentar lo que uno puede apreciar solo con los ojos: el grupo lo forman dos miembros. El bajista toca con afinación de chelo y con una cuerda de banjo como cuerda más aguda. El batería lleva puesta una máscara con un micrófono de teléfono antiguo conectado a dos amplificadores Marshall.
En cuanto al sonido, hubo abundancia. Como buen grupo de Noise Rock tremendamente agresivo, los decibelios fluyeron más que en ningún otro concierto, y el ritmo frenético y salvaje marcado por un Brian Chippendale estelar nos despidió hasta el día siguiente.
Sábado
Einstürzende Neubauten fueron un buen motivo para entrar cuando el Sol todavía calienta. Los alemanes ofrecieron noventa minutos de su particular mezcla de Rock, con sonidos industriales, electrónicos y pizcas de vanguardia. Sus barriles de metal, tarros de cristal y conjuntos de tubos reinaron en un escenario Pull&Bear que pudo prepararse bien para dos de los conciertos mejor colocados de todo el festival. Y es que Einstürzende Neubauten están liderados por Blixa Bargeld, que fue miembro fundador de The Bad Seeds, la banda que acompaña a Nick Cave, que actuaba en ese mismo escenario una hora y media después. Debido a esto, gran parte del público del primer concierto optó por no perder su sitio, voltear su cabeza, y dejar que Jorja Smith, que actuaba a unos pocos metros, amenizara su espera hasta que sonaran las diez.
Por su parte, Jorja Smith es de esos casos que hace ilusión ver. La británica ha pasado, en solo dos ediciones, de tocar en una hora extraña en un escenario pequeño a ser cabeza de cartel, llenando el escenario Estrella Damm. Por su parte, repasó lo mejor de su corta discografía, no teniendo ningún reparo en alargar y modificar canciones para crear una atmósfera más íntima o festiva según le pareciera.

Simultáneo al directo de Smith, en la otra punta del festival también hubo fuego. Qué poco conocemos a Slowthai. Y cuánto nos hemos dejado llevar por sus escándalos. El rapero de Northampton es un auténtico dominador de masas y lo certificó en un escenario abarrotado y entregado a sus órdenes. Moveros aquí, abrid ahí, dividid la pista en dos, ahora los de la izquierda, ahora los de la derecha, ahora sube al escenario y canta conmigo, ahora golpearos sin haceros daño (manejando los moshpits a su antojo) y todo a golpe de un rap fino pero a su vez duro, ese rap que te golpea en la boca del estómago por su contundencia -también la de las letras- pero que no se olvida de la melodía. ¡Un genio!

Volviendo a los escenarios principales, aparecía uno de los grandes nombres del festival. Nick Cave y sus Bad Seeds llegaban a Barcelona con “Ghosteen” (2019) como su álbum más reciente y podría parecer que el concierto tendría un aire más íntimo. Nada más lejos de la realidad, pues además de los Bad Seeds salieron tres cantantes de Gospel que le dieron al directo un punto de explosividad necesaria para repasar algunas partes de su discografía. Por ello, el concierto arrancó con dos temas directísimos como “Get Ready For Love” y “There She Goes, My Beautiful World” que sorprendieron por el carácter festivo que quizás alguno no esperaba tan de golpe. La construcción del setlist también merece un aplauso, ya que contó con canciones de 12 discos diferentes, ordenadas de manera milimétrica para guiar, de manera casi espiritual, a los allí reunidos.
Y para los amantes de los sonidos más contundentes, otra banda mítica por antonomasia, referentes del género más loco habido y por haber, el greencore desternillante de Napalm Death que aún hoy nos retumba en lo más profundo de nuestros oídos, fue uno de los mejores bolos de la noche.

Llegados a este punto, hubo otro de los momentos en que el horario duele, pues coincidían IDLES y Gorillaz.
Poco les hace falta a IDLES para encender a todo un escenario Cupra. Ya antes de salir, el público ya coreaba canciones y pegaba los primeros saltos. Solo hizo falta la primera nota del bajo de “Colossus” para arrancar una fiesta que únicamente se detendría por los cortos pero intensos discursos de John Talbot. Con el disco “Joy as Act of Resistance” como buque insignia, los ingleses navegaron por cuatro discos a golpe de distorsión y grito. No faltó su particular karaoke de canciones de amor desafinadas en medio de “Love Song”, donde se incluyó para la ocasión un fragmento de “19-2000” de Gorillaz.

El escenario Binance fue la última parada de varios de los asistentes, pues estirarse en la hierba escuchando el directo de Beach House con tres días de festival suena a colofón soñado. El dúo de Baltimore presentaba su nuevo trabajo “Once Twice Melody” (2022), con el que no han parado de recibir buenas críticas, bajo las estrellas del Parque del Fórum. Un concierto mágico, cargado de una atmósfera levitante, en la que hibridaron temas nuevos con algunos más antiguos.
Y así dimos por finiquitado un primer fin de semana muy loco, lleno de algunos despropósitos arreglados con esmero, aglomeraciones, colas, calor, y sobre todo música, toneladas de música y también de reencuentros que tuvimos pendientes demasiado tiempo…