En la vida, uno descubre muchos tipos de artistas. Algunos de ellos tienen la capacidad de transformar tu mundo. Y luego está Núria Graham.
La vigatana presentaba disco el pasado jueves 27 de febrero en el templo. Y es que Apolo iba a vivir una de sus noches más especiales en mucho tiempo.
El concierto empezó con «Connemara», un corte de concepto trepidante y original. La jovencísima cantante catalana siguió escalando por «Shirley» hasta llegar a «Hazel», uno de los temas con más matices del álbum, con ese toque tan puro y honesto que caracteriza su música.
Después de «Do You Wake Up For A While Every Day», la artista consiguió soltarse definitivamente con oldies como «Marianne» y «Sinner» y llegar así en auge al tema más esperado de toda la velada. «Marjorie», inspirada en su abuela. «Marjorie», que podría haber sido su nombre artístico. Marjorie, aquella excéntrica sensación de encontrarse con uno mismo.

La noche siguió con algunos de los hits más conocidos de la artista como «Cloud Fifteen» o «The Stable», pasando por una Jam de Rock psicodélico al más puro estilo 60’s («Peaceful Party People From Heaven»). El concierto terminó con un memorable «Another Dead Bee«, reafirmando así una magnífica actuación tanto de la artista como de sus músicos.
Del directo cabe decir que su voz desprende sinceridad al más puro estilo de Dylan, pero su esencia yace en una embriagadora psicodelia. La estética minimalista la combina con una excelente capacidad para modular harmonías, conviritendo el concierto en una experiencia que va más allá de lo sensorial. Su directo, aún desprendiendo toques indie y pop, se asemeja un poco al de aquellos chicos que un día gris de 1972 publicaban Dark Side Of The Moon.
Lo que es es seguro, es que la verdad yace en el buen gusto, y esta chica tiene para rato largo. El talento nacional hay que preservarlo. Sólo hace falta esperar a que no pasen veinte años antes de volver a ver nacer otra Núria Graham.