31 de Mayo – Sala Razzmatazz
Barcelona cerró sus calles y puso en cuarentena a un puñado de valientes que se acercaron a la Sala Razzmatazz para desinfectar su locura compartida. Los verdugos eran ni más ni menos que los genios de la intoxicación acústica, los especialistas en operaciones a corazón abierto de las pistas de baile, aquellos que no usan bisturí… usan cuchillos para penetrar en lo más hondo de las almas de sus enajenados pacientes. Knife Party vinieron para curarnos y se fueron hipnotizados por el vigor y la entrega de un público que dejó en segundo plano el exquisito y potente set de los australianos. Una sesión muy generosa que sobrepasó la hora y cuarto de duración y llevó a sus asistentes al éxtasis y a la extenuación total.
Se trataba, sin duda, de uno de los eventos más esperados del año. Un espectáculo que trajo consigo, a una munión de fervientes seguidores, amantes de la electrónica en su más pura y heterogénea extensión. Una noche que empezó con la sala grande de Razzmatazz inundada por un auditorio que, a poco que se cerraron las cortinas del escenario, clamó conjuntamente la presencia de Rob Swire y Gareth McGrillen, que no se hicieron mucho de rogar y, tras el escueto saludo inicial , sorprendidos por la marabunta humana, encendieron su letal maquinaria. Sonaba Power Glove. Ya no había marcha atrás…
Desde el preciso momento en el que los platos empezaron a girar, se pudo apreciar la esencia de Knife Party. Y es que la pareja de Djs son el día y la noche. Mientras Gareth jadeaba a la multitud desatada, Rob, tímido e inexpresivo pero muy concentrado y metido en su labor, iba enlazando tema tras tema. Ni un fallo, ni un gazapo. La que fue durante años, voz inimitable de Pendulum, ha convertido la sobriedad en un grado.
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La copiosa sesión de Knife Party tuvo momentos para todos los gustos. Desde el repaso de su recién estrenado EP, Haunted House de arriba abajo, hasta la presencia de sus hits por antonomasia. Hablamos de Centipede, Fire Hive, Rage Valley, la sentidísima Bonfire, o su comercial Internet Friends, que con sus eternos bucles provocados a drede, generaron las típicas «ollas humanas» que tanto acontecen en espectáculos tan estruendosos como el de los aussies. Pogos de altos vuelos. Gente sin camiseta, chicas desatadas, resbalones, golpes y empujones afables. Todos amigos.
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Hubo instantes en los que la sala fue un clamor. Uno de los momentazos de la noche vino con la reproducción de una versión dubstep del aclamado Get Lucky, de Daft Punk. La instantánea perfecta. El público sonreía y resoplaba, habiendo encontrado la tuerca perfecta que llevó a la felicidad colectiva. Abrazos y repiques de manos. Fue un auténtico puntazo.
Una sesión que, pese a su cariz dubstep, tuvo momentos de lo más variopintos. Desde el technotrance de Jacob Plant, pasando por el house de Swedish House Mafia , hasta el moombathon más sexual con Watch Out for This de Major Lazer. Por supuesto, no faltó a la cita el dubstep de Skrillex con Breakin’ a Sweat o Kyoto. Hubo pastel para todos.
Llegaba el momento de despedir una de las noches más épicas y movidas del año en Razzmatazz. Cañones de confeti, calor humano, público exhausto… McGrillen y Swire lo supieron leer y premiaron a los asistentes, que estuvieron de 10, con su remix de Crush on You (Nero) para cerrar una velada difícil de repetir y que, pese a la tímida expresividad y reservada actitud del dueto afincado en Londres, nos brindaron un espectáculo de dimensiones mastodónticas.
¡Hasta pronto!