Fotos: Mercedes Suitfil
Sumidos en una vorágine de sensaciones, llegaba la hora de despedir una nueva edición de FIB. Cuarto día de festival y tirando de reservas, sí. Pero donde las piernas decaían, la cabeza hacía el resto. La ilusión era la gasolina y la moral el motor para subsistir hasta el final ante otra jornada ciclotímica y sin descanso alguno. FIB 2017 cerraba con números de récord y grandes y efectivas medidas de seguridad que otorgaron una tranquilidad completa al público. Evidentemente todo el despliegue de las fuerzas policiales implicó la pérdida de fluidez en accesos, algo lógico. Nuestra integridad y protección es lo primero y los fibers deben entenderlo en los tiempos que corren. El formato del festival siguió manteniendo su filosofía. Mucho indie, rock, algo de pop y bastante cota electrónica. Las instalaciones son un poco más grandes y el camping ya cuenta con su propio supermercado. A parte de los 3 grandes escenarios, se mantuvo la carpa auspiciada por Razzmatazz y Ochoymedio, grandes clubes de Barcelona y Madrid respectivamente ¿Habría que pensar en hacerlas más grandes…? También se mantuvo la apuesta por la Pool Party sin fin del South Beach, lugar perfecto para la evasión y la diversión en un entorno ambientado en cualquier chiringuito sureño. Ahí había barro, del de verdad y del otro. Ya nos entendemos…
Datos de asistencia y procedencia
– 177,000 asistentes, aproximadamente, a lo largo de los cuatro días de duración.
– 49% procedentes de Reino Unido e Irlanda.
– 47% procedentes de España.
– 4% procedente de otros países.
La jornada la estrenamos con Ron Gallo una de esas perlas que uno no debe perderse. Arrancando el directo con la lectura de un pequeño discurso de presentación. Junto a un bajo y una batería defendió su media hora al sol y gustó, no sólo por esas canciones llenas de ritmo, también por el dinamismo del americano sobre el escenario. Presentaba disco debut y venía a defenderlo sabiendo que aún tiene que dar el estirón final. Le auguramos grandes cosas. Quién sabe si lo volveremos a ver por el festival en horas más punteras.
Acuñando el término anglosajón para referirse a los artistas que emergen ‘The Next Big Thing’, con Declan Mckenna pasa algo inaudito. A sus -solo- 19 años suma una ingente cantidad de buenas críticas sin tan solo haber lanzado su primer LP (sale en 3 días). Su entereza y tranquilidad no son moco de pavo. Su banda, en la que destacan Isabel Torres a la guitarra y Gabi King en la batería, demuestran unas tablas insólitas a su edad. Donde podrían haber nervios hay pasión y eso suele escasear. Empezarón fuerte con ‘Isombard’, y a partir de ahí soltaron sus conocidos ‘Brazil’, ‘The Kids Don’t Wanna Go Home‘ o piezas por descubrir de su inminente trabajo. Declan y los suyos ya cuentan temas por himnos. Habrá que seguirles la pista. Podríamos llamarlos sin temor ‘The Next Big Thing‘, ¿no?
Ya es toda una tradición el traer una diva pop en cada edición del FIB. Este año le tocó el turno a la londinense Dua Lipa. Otro talento de dimensiones descomunales con tan solo 21 años. Una retahíla de hits que han dinamitado las charts de medio mundo. Temas muy bien recibidos en cualquier esfera a sabiendas de encajarse con el mainstream. Su pop puede ser ensoñador y pegadizo. Se pueda bailar y se puede sentir. Su maleable voz se funde con una base infalible que se te queda en la cabeza sin tener la necesidad de pegarte contra un muro de hormigón para que desaparezca de tu quijotera. Dua Lipa es una artista más allá de ‘Blow Your Mind (Mwah)’ y es el claro ejemplo de que lo comercial puede gustar a los más indies sin necesidad de hacerse el loco y reconocerlo a duras penas.
Slaves, la alternativa a Dua Lipa, salieron al escenario con un público 50% curioso y el otro 50% conocedor de sus apabullantes directos. El del FIB no fue diferente. Isaac Holman y Laurie Vincent ofrecieron un concierto desafiante y lleno de energía para desnucar a cualquiera. “Take Control”, su segundo disco nos había dejado con un sabor agridulce tras su increíble debut en 2015, pero los nuevas temas gustaron tanto en directo como ‘Where’s Your Car Debbie?’ o ‘The Hunter’. Recordaron a los Sex Pistols y no solo por sus extravagantes y punkarras atuendos.
Una de las solapaciones de la noche sucedió entre Years and Years, Love of Lesbian y Bad Gyal. Estuvimos un rato con el trío liderado por un risueño Olly Alexander, con una voz que nos sorprendió y que nos hizo entrar en cuerpo de baile. El gentío que había en Las Palmas hizo que desviáramos nuestra atención al escenario Visa, donde Love of Lesbian actuaban. Los catalanes se repiten más que el ajo, sí, pero también como el alimento es algo que cada vez que pruebas, disfrutas. Su último disco fue el protagonista, mismo escenario y accesorios utilizados para la gira; hubo saltos al público, mucho confetti y mini versión de ‘Lobo Hombre en el FIB’. Se trataba de una ocasión especial, hacía mucho que no pisaban el festival y cumplieron con creces. Bad Gyal también firmó una buena actuación con sus bailarinas de confianza y rezando mensajes de gratitud a un público entregadísimo. Twerking a mansalva para enervar a las fieras.
- Love of Lesbian Foto: Mercedes Suitfil
- Years & Years Foto: Mercedes Suitfil
Parte del equipo decidió evadirse de tanta solapación en el South Beach, la piscina de barro con más glamour del planeta. Sus palmeras y sus cocktails; su hotel, y sus juguetes hinchables fueron la ambientación perfecta para desconectar media horita antes del rush final. No teníamos ni idea quien pinchaba, seremos francos. Pero a los dos temas que nos soltaron, fuimos a por el line up para ponerle nombre al maestro de ceremonias. El dj de la región, Obtuso, residente de La3 (investigación a posteriori) nos deslumbró con una sesión Nu-disco de aúpa. Hubo indie pero también hubo house bailable. Lo pasamos en grande y recuperamos fuerzas para encarar el último sprint de FIB 2017. ¡Bravo, Obtuso!
Sabíamos que iba a ser uno de los últimos grandes conciertos. Con el permiso de Crytsal Fighters, Kasabian se erigían como gran aliciente de la noche de despedida. Ahí se venía a darlo absolutamente todo. Volvían una de las mejores bandas de rock alternativo de la historia, Kasabian, y como público uno tenía que estar a la altura. Se presuponía que ellos ya lo estarían de sobras… Pizzorno y Meighan lideraron un concierto trepidante. Sin fisuras y sin descanso. Las treguas llegaban con temas más solemnes como ‘Put Your Life On It’ o ‘I.D’. Canciones convertidas en cántico de estadio. No es nuevo que la vorágine hooligan que envuelve a la banda de Leicesterhire viaja con ellos. El concierto se convierte en un himno latente y los temas se saltan, se cantan y se viven como si te fuera la vida. Setlist impecable, buenísimos los temas de su reciente ‘For Crying Out Loud‘ y momentos brillantes como el bis instrumental con ‘Around the World‘ de Daft Punk o las incontables emociones suscitadas con la consecución de piezas como ‘L.S.F‘, ‘Comeback Kid’ o ‘Eez-eh‘. Directo redondo que hace justicia a una banda que había perdido comba, no en sus directos, sí en el estudio.
Una de las figuras más influyentes del hip hop en su formato electrónico es Kaytranada. El productor y dj canadiense tuvo que conformarse con menos público del esperado por un cambio horario en la semana previa al festival. Coincidir con Kasabian no es moco de pavo pero tampoco es excusa para hacer los deberes. Sin grandes artificios soltó su matraca habitual de hits rompepistas para cumplir más que convencer. Una lástima.
Si hay otro grupo a parte de los Love of Lesbian a los que podemos amar a la par que aborrecer -depende de muchos factores- estos son los Crystal Fighters. Recuerdos dulces al descubrirlos en ese FIB de 2011 en los que compartieron cartel con Arcade Fire, Arctic Monkeys, The Strokes, Mumford And Sons… En esta edición los recuerdos serán más agrios que dulces. Porque no renuevan, porque siguen en la misma línea de letras fáciles y estructuras similares o iguales. No nos aportan nada nuevo. Podrían, quien sabe, tirar de repertorio más arriesgado y menos facilón. Su setlist era demasiado previsible. No es que nos fuésemos a ir con mal pie. Estábamos cansados y lo perdonábamos todos con tal de volver a casa tras un gran FIB.
Encaramos la pasarela de salida al son de Tiga. Sonaba el remix de Eats Everything de su tema con Audion: ‘Let’s go dancing‘, aunque a nosotros nos entraba más bien un ‘Lets’s go sleeping’. Estábamos extasiados pero también exhaustos. Ha sido un FIB tan duro como reconfortante. El festival vuelve a vivir una edad de oro y sabe operar en base a las necesidades de su público. No deben temer al futuro. Los ingredientes funcionan y las sonrisas son el mejor aval para seguir muchos años en la cresta de la ola. ¡Gracias y larga vida, FIB!