Foto Portada: Javier Rosa
Estamos de resaca. Y no esa resaca debida al alcohol en exceso; la sensación es la misma, pero no ha hecho falta el consumo de estimulantes para llegar a esta situación: estamos de resaca del Bilbao BBK Live 2016. Desde que aparecieron los primeros nombres del cartel, los días 7, 8 y 9 de julio se marcaron en el calendario en fosforito chillón; ahora, una vez pasados y disfrutados, todo lo que se narre aquí queda corto en comparación a lo mucho que se vivió en el festival bilbaíno.
JUEVES 7 DE JULIO
Ardua tarea fue el llegar el primer día a Kobetamendi: tras un retraso logístico en casa, unas 6h de coche desde Barcelona, la llegada a nuestra estancia, y la rápida subida en taxi (no había tiempo que perder), la aventura festivalera comenzó con Years & Years en el escenario principal y un Olly Alexander que alucinaba con el gentío que había acudido a bailar con sus temas a las 7 de la tarde, sobretodo en el cierre con su gran éxito ‘King’; muchos se perdieron ese momento para poder llegar a Chvrches, que tocaba 5 minutos después en el Heineken Stage, abarrotado en un visto y no visto. Con una enérgica Lauren Mayberry, el trío saltaba al escenario con ‘Never Ending Circles‘ de su último disco; encantados por el paraje que vislumbraban, se disculparon por el Brexit, una idiotez a su parecer y procedieron con temazos como ‘Bury It‘ o un momento más relajado con Martin Doherty en el rol de cantante, tal vez el instante más agradecido del set, aportándole algo de variedad. Final con ‘The Mother We Share‘ y salida estrepitosa hacia M83, el siguiente de los grandes en tocar en el Bilbao Stage.
Esta dinámica de desplazamientos entre ambos escenarios fue la más habitual, los horarios permitían disfrutar de los grupos grandes del festival con facilidad, no así de los que acontecían en el resto de escenarios. Lo más lógico el jueves a las 21:30 era quedarse a ver a Anthony Gonzalez y los suyos, pero se retrasaron un poco y sin pensarlo demasiado, corrimos hacia Hinds uno de nuestros pintxos más apetitosos: jolgorio y guitarreo, así se resume su concierto a pesar del problema técnico por el que se disculparon nada más comenzar; las madrileñas cada vez están más fuertes sobre el escenario y eso se nota bajo cualquier circunstancia. ‘Bamboo‘ y ‘Garden‘ estrellas del set finalizado con un ‘Davey Crockett‘ que han hecho más que suyo.
Con el fin de Hinds y M83, el ambiente pareció sufrir un cambio, el nerviosismo por Arcade Fire se palpaba en la atmósfera junto al txirimiri que caía y New Order pasó a un inmerecido segundo plano para muchos; se llenó tanto como cualquier otro, pero con un público más distendido. Con seriedad y veteranía los de Manchester interpretaron himnos como ‘Blue Monday‘ y un homenaje a su pasado como Joy Division con ‘Love Will Tear Us Appart‘.
Y al fin, a las 00:20 estábamos todos listos para empezar en el escenario principal: 19 temazos, desde ‘Ready To Start‘ hasta ‘Wake Up‘, los 4 discos interpretados prácticamente por igual, Régine resplandeciente incluso tras la – segunda – batería, ‘Reflektor‘ con Win entre las primeras filas, más de 10 músicos en perfecta armonía (con el venerado Owen Pallet algo camuflado), un Will apasionado que prometió volver pronto y confesó su apego por tocar en España. Concierto de lo más entretenido visualmente con apariciones de los ya famosos cabezones; y un público receptivo con muchísimas ganas de de ellos, Arcade Fire, y de corear sus temas. En alguna ocasión se echó en falta un poco de potencia en el sistema de audio, el sonido no siempre llegaba con la fuerza necesaria, pero los canadienses cubrían esta manca por dos. Las casi dos horas de concierto fue todo lo que cabe de esperar de este gigante llamado Arcade Fire, tanto pusimos en él, que tras este concierto fue necesario marchar a descansar.
VIERNES 8 DE JULIO
Para muchos, el día «flojo» del festival, para otros, gloria bendita: ¡¿Pixies flojos?!
El primer gran nombre de la noche era José González, el cantautor sueco de descendencia argentina apareció sobre el escenario principal subido a una tarima, junto a su guitarra y un total de 5 músicos que no consiguieron enganchar a una multitud charlatana allí congregada, haciendo que las conversaciones sobresalieran por encima de los suaves acordes interpretados, incluso tras una curiosa versión de Kylie Minogue. Una lástima, tal vez hubiese tenido más éxito en un escenario más intimista.
Ocean Colour Scene comenzaron su set en el Heineken Stage con una versión de los Beatles, ‘Day Tripper‘, extraño inicio que fué subsanado por la interpretación posterior de su éxito ‘The Riverboat Song’, que inició el concierto más británico y noventero del festival. Lo dejamos a medias por un buen motivo: Belako. Apoteósico fue el concierto del cuarteto vasco, casi irreal. El escenario Pepsi se llenó como nunca con una mezcla de amigos, familiares, fans y curiosos por conocer quién eran esos chavales a los que todos recomendaban. Aparecieron con una intro demencial y estruendosa, actitud que no decayó en ningún instante y con la que recorrieron los temas de su exitoso «Hamen», pero también de sus anteriores trabajos. Si de algo nos arrepentimos es de no habernos quedado en el sitio tras este concierto y perdernos el particular festival de WAS, una pena, pero ya los habíamos visto y pocas oportunidades existen para poder ver su solapación por estas tierras.
Grimes causa fascinación allá por donde va, su estilo es único y complicado, y su concierto en el BBK Live fue una muestra de ello. Acompañada por dos bailarinas desincronizadas pero hipnóticas (si no que le pregunten al cámara), Hana (a quien habíamos visto horas antes con poca predilección) a los coros e instrumentos y una bandera arcoíris a modo de capa, la británica salía al escenario con ‘REALiTi‘ y ruiditos extraños con la garganta que aparecieron a lo largo de todo su set. Concierto bizarro donde los haya, Grimes tocaba un botón, y una nueva canción aparecía; algo incorrecto debió de tocar, ya que tras pocas canciones aquello estalló literalmente: apagón total de 10 minutos. Con unas disculpas muy finas y unos pocos ajustes volvió a la carga, esta vez provocando una detonación musical con más temas de su «Art Angels».
Muy opuesto fue el concierto que aconteció minutos después: Pixies, gran grupo de culto, demostró su buen estar sobre el escenario, un directo impecable y que no les hace falta dirigirse al público para enloquecerlo. Nostalgia y energía a partes iguales, sonaron canciones de todo tipo: nuevas (‘Um Chagga Lagga‘), que hacían mucho que no tocaban (‘Velvety‘) y las mas conocidas y deseadas para aquél que no fuera fan (‘Here Comes Your Man‘ o ‘Debaser‘). Pero aquello de fans estaba lleno, y lograban embelesarse por detalles tales como la extraña forma de tocar la batería de David Lovering o que sonaran tan bien a pesar de la ausencia de Kim Deal. Al final de un set con más de 30 canciones, nadie osó decir que aquél estaba siendo el día flojo del festival.
Tras Pixies el festival nos volvía a poner entre la espada y la pared: ¿Underworld, Sophie o Slaves? El dúo británico fue quien se llevó nuestra atención, y aunque nos contaron que lo de Underworld fue superior, no los cambiamos por Slaves y sus gamberradas sobre el escenario. Comenzaron fuertes, y acabaron aún más intensamente; la Carpa Stage fue un hervidero de saltos, gritos y golpetazos a ritmo de guitarra y batería. Pocas canciones, pero no faltó ni una (incluso presentaron una nueva, ‘Spit It Out‘); para cuando llegaron a ‘The Hunter‘, sobre el escenario había caído de todo: zapatos, goterones de sudor, botellas de plástico e incluso una cartera que Laurie Vincent devolvió al propietario tras identificarlo con el DNI, muy loco todo.
SÁBADO 9 DE JULIO
Último día de festival, primer día que veíamos el Sol, que parecía querer hacernos olvidar que en menos de 24h volveríamos a la realidad fuera de Kobetamendi.
Courtney Barnett, una de las primeras confirmadas y a quien esperábamos con muchísimas ganas, se plantaba en el escenario principal a eso de las 19:00 junto a un bajista con unos movimientos de cabellera hipnóticos y un batería de lo más surfero, nadie diría que lo que esta australiana estila es mucho más calmado. Sorprendió con sus temas más conocidos a mitad del concierto, brillantes y aun así, nos desinflaron un poco: debió ser culpa de la exposición a tanta luz natural tras 2 días envueltos en una deliciosa neblina. No finalizamos su concierto, al otro lado del monte las primeras filas se iban llenando pausadamente para ver al siguiente artista y nosotros no queríamos ser menos:
Father John Misty está hecho de una pasta muy especial. No lo decimos por su apariencia física, aunque muchos parecían fascinados por ello; su porte y estilo se queda atrás al oír en directo su voz y música, y seguir sus bailoteos y revolcones por el escenario; poco le faltó para acabar en una ambulancia tras una caída en una de las múltiples veces que se aproximó al público, con quien tuvo conexión total; atrás queda el cartel de «No Photography» que solía acompañar sus directos, ahora lo que estila es saltar sobre las primeras filas y grabarse con móvil ajeno. Faltó ‘The Night Josh Tillman Came to Our Aptartment‘, pero eso no importó al cerrar el increíble set con ‘I’m Writting a Novel‘, ‘I Love You, Honeybear‘ y ‘The Ideal Husband‘.
Aún con la luz del día, uno de los grandes grupos del cartel aparecía; Tame Impala convirtió la campa en una sinuosa onda provocada por los miles de saltos al unísono desde el minuto uno: tras ‘Nangs‘ a modo de intro, ‘Let It Happen‘ fue la culpable de hacernos entrar en trance, y aquello no paró hasta ‘New Person, Same Old Mistakes‘ con la que cerraron el corto set (tener dos cabezas de cartel tiene sus consecuencias). Psicodelia a raudales y gran afabilidad con el público. Extrañó verlos tocar en un horario tan temprano, algo que no aplacó su energía y magia colorida. Magnífica ‘Elephant‘ y si, esta vez se pudo oír ‘Eventually‘.
El plato fuerte tras los australianos eran Editors, habituales del festival y muy apreciados, se marcaron un concierto para recordar; o eso nos comentaron horas después ya que los cambiamos por los españoles León Benavente en el Pepsi Stage, una espinita clavada desde hacía tiempo, y que ofrecieron justo lo que se esperaba de ellos. Su concierto pareció correr riesgo de fracasar antes de empezar por algún problema de sonido, pero tras pocos segundos del comienzo aquello marchó viento en popa, haciéndonos sentir en la ‘Gloria’. Ritmos y rimas demenciales, Abraham Boba acompañado en los coros por el público, recitando más que lo que parecen simples letras, himnos generacionales.
El turno del segundo cabeza de cartel de la jornada llegó a las 00:20 h, Foals estallaban con ‘Snake Oil‘, ‘Olympic Airways‘ y ‘My Number‘ para caer en la monotonía después, un concierto demasiado lineal que se salvó con algunos temas como ‘Mountain At My Gates‘ o el final con ‘Two Steps Twice‘ que ya es todo un cierre clásico del grupo. Puede que lo que haya dicho sea una barbaridad y un producto del agotamiento, hubieron pogos entre el público y muchos han catalogado a los de Oxford como los mejores de la noche, pero personalmente llevaba sin ver a Foals desde 2009, y prefiero quedarme con aquél recuerdo, ni tan solo el constante acercamiento de Yannis Philippakis al público consiguió despertar algo más en mí.
Tras Foals, teníamos ganas de ver a Wolf Alice, pero sin entender muy bien el porqué, decidimos que lo más sensato era asistir a la esperada vuelta a los escenarios de Soulwax. Si no fuese por los conciertos de Tame Impala y Father John Misty de aquél día, colocaríamos el show que se marcaron los belgas como el mejor concierto de la jornada. Nos quedamos con la boca abierta durante los tres primeros temas, y no paramos de bailar después al ritmo de la sincronizada, marcada y adictiva percusión que proferían hasta con tres instrumentos distintos. Poco juego de luces, predominancia de blanco total sobre el escenario y temazos como ‘E Talking‘ o ‘NY Excuse‘, que mandaron a muchos a la cama con agotamiento o al Basoa, con ganas de fiesta tras el chute de energía que profirieron.
BASOA
Algo como el Basoa merece una mención especial. El Bilbao BBK Live prometió que el nuevo escenario de este año sería algo mágico y misterioso en medio del bosque, y cumplió estrictamente: costaba horrores despegarse de este nuevo paraje, y más de uno permanecía en él incluso si ello suponía la pérdida de un cabeza de cartel.
Música electrónica de calidad a raudales en un entorno diseñado con mimo y gusto que se transformaba de pintoresco a mágico conforme anochecía y las luces cobraban fuerza. Nuestra primera experiencia en el Basoa llegó el viernes a las 5 de la tarde de la mano de Undo, dj de Palafrugell que a pesar de la ausencia de público a esas horas supo conquistar a los pocos que se acercaban a curiosear. Desde ese momento, escapábamos a Basoa en cualquier oportunidad que tuvimos: Pional, Fort Romeau, Erol Alkan, Âme y la sesionaca de Red Axes… hacían mover el esqueleto al más estoico y firmaban lleno absoluto con la finalización de los directos en los escenarios hermanos. Lástima habernos perdido a Floating Points y a Four Tet. Nos comentan que fueron lo más.