Carmen Boza visitó la capital catalana durante el ciclo de conciertos Guitar BCN y cautivó a los asistentes con sus versos, anécdotas y bromas, convirtiendo la sala Apolo 2 en un escenario íntimo y terapéutico
Un mes sin pisar un escenario fue suficiente para que Carmen Boza hiciera estallar la sala 2 de la mítica Apolo de Barcelona durante el Guitar BCN 2022. Solo necesitó un piano, una guitarra, sintetizadores, su voz y algunos embriones de canción que esa noche veían la luz por primera vez, además de sus temas más conocidos. Todos entramos en esa sala sin saber que estábamos presenciando un big bang y resulta que se trataba del nacimiento de algunas canciones y del inicio de un viaje tanto para la cantautora como para el público.
La sala dejó de ser una sala y nos teletransportamos a una tarde de domingo lluviosa y melancólica en la que te encierras en casa con amigos, filosofeas sobre la vida y recuerdas momentos míticos de la vida. Entre canciones y anécdotas, fuimos partícipes de una especie de terapia colectiva que nos curó un poco por dentro o, como dijo Boza, nos ayudó a “sentirnos menos solos en las fatigas del día a día”, entre tanta vorágine. Encontramos intimidad en miradas con desconocidos, entre risas cómplices y confesiones como la afición a las teorías conspiranoicas o el fracaso vivido en un programa llamado Aceitunas Rellenas.
Viaje mental de hora y media
Canciones como ‘Tic Tac’ nos hicieron enfrentarnos a uno de los mayores miedos de hacerse mayor, el paso del tiempo. ‘Fe en Juan’ (así la apodó un amigo de la cantautora) nos hizo gritar al mezclarse con la legendaria ‘Wake Me Up Inside’ de Evanescense. La cantante se daba el lujo de probar cosas nuevas y el público compraba cada una de sus ideas. De todo lo experimentado esa noche, me quedo sobre todo con lo que nos compartió de su canción ‘Esparto’: en momentos de parálisis vital por culpa de una decisión, hay que saber zarandearse a una misma para no quedarte en ese estado demasiado tiempo. Al final, esa noche fue una especie de zarandeo para quienes la vivimos.
Hicimos de pelota de un partido de tenis mesa entre su lado más dulce y su lado más oscuro y sensual, lanzándonos de un estado a otro para ver cuál de las dos facetas de ella nos ganaba más. Con una se nos removieron hasta los pensamientos más escondidos, con la otra nos embobábamos como el que acaba de conocer un amor a primera vista en el metro y no puede apartar la mirada porque necesita seguir manteniendo esa magia durante un ratito más. Y el concierto terminó por todo lo alto, con algunas de sus canciones más aclamadas: ‘Octubre’, ‘Gran Hermano’, ‘Las grietas’ y ‘A golpe de suerte’ fueron el desenlace de un íntimo viaje mental de hora y media.